¿Por qué falla la planeación estratégica?

Columnista Invitado

Varios factores influyen para que la planeación estratégica en las empresas falle, pero existen tres determinantes.
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Después del primer semestre del año, algunas empresas empiezan la planeación estratégica, un dolor de cabeza para muchas juntas directivas es que han invertido recursos importantes en firmas consultoras, pero la mayoría de las veces, dicha planeación es tan soñadora o poco tangible que resulta difícil implementarla en la vida real.

En el mundo empresarial, la planificación estratégica se configura como un procedimiento formal que articula los propósitos de la entidad junto con las medidas esenciales para su consecución. Además, incorpora un análisis detallado que permite visualizar la posición actual de la empresa, así como identificar las oportunidades que se presentan para alcanzar el éxito.

En la planificación estratégica se determina la visión, la misión y los objetivos para que actúen como guías. La llegada de socios clave, además de recursos, aporta conocimiento para hacer crecer el negocio. La evaluación de elementos operativos, como el producto, el precio, la distribución y los proveedores, forma la base para el análisis del mercado y la obtención de nuevos clientes. Las estrategias de marketing incorporadas desde la matriz de dicha planificación amplifican el reconocimiento de la marca, y la combinación de todos estos factores proporciona una hoja de ruta precisa en todo tipo de mercados.

¿Por qué invertir tiempo y dinero en este tipo de planeación? En primer lugar, cataliza la toma de decisiones, otorgando eficiencia tanto en los estratos directivos como operativos de una organización. Además, al alinear las actividades con la visión y misión de la empresa, la planeación estratégica actúa como el engranaje que direcciona los esfuerzos colectivos hacia un objetivo común.

 

Este proceso también demuestra utilidad en el terreno competitivo, permitiendo a las empresas posicionarse de manera precisa en el mercado, sintonizando sus estrategias con todos los eslabones de la compañía. Así mismo, se convierte en el timón que facilita la dirección efectiva de esfuerzos de ventas y marketing, maximizando la probabilidad de obtener resultados óptimos. En última instancia, la magia de la planeación estratégica radica en su capacidad para traducir aspiraciones en metas y objetivos medibles, proporcionando un marco sólido que simplifica la evaluación del progreso empresarial. En este contexto, su relevancia trasciende el ámbito de la gestión, erigiéndose como el faro que guía el rumbo hacia el éxito sostenible.

¿Por qué falla la planeación estratégica? En la mayoría de los casos, el primer error radica en las dificultades que enfrentan las juntas directivas para discernir las oportunidades y amenazas del entorno con una visión a largo plazo, sino que se concentran en los resultados inmediatos. Del mismo modo, la reflexión sobre los productos y la pertinencia de estos para los consumidores es escaza. Esta confusión resulta en la pérdida gradual de competitividad y, en última instancia, en la disminución de ingresos. Establecer un proceso de monitoreo continuo se erige como la clave para la adaptabilidad, posibilitando la identificación oportuna de cambios en el entorno que puedan impactar los riesgos inicialmente identificados.

Otro tropiezo habitual consiste en que las empresas incursionan en exhaustivos ejercicios de planificación estratégica sin el rigor analítico necesario para el presente. A menudo, estos se traducen en presentaciones vistosas pero carentes de un análisis aterrizado al hoy. Mientras se enfocan en detalles superficiales, las misiones y visiones resultantes carecen de conexión con la realidad competitiva, convirtiéndose en adornos de pared más que guías útiles frente a los desafíos de la incertidumbre y la rivalidad empresarial.

Una tercera falla crítica es la desconexión entre la formulación y revisión estratégica. Aquí, la alta dirección se involucra en la construcción del plan, pero falla en liderar el seguimiento y ajuste de la implementación. La revisión periódica se vuelve esencial para asegurar que la estrategia se traduzca en acciones efectivas. Estas fallas, junto con la falta de comunicación efectiva y la desconexión entre la estrategia y las operaciones diarias, contribuyen a convertir la planeación estratégica en un mero ejercicio retórico y cosmético, lejos de ser una herramienta eficaz para la gestión del cambio y el éxito organizacional.

Todo lo anterior resulta relevante para las empresas que están en un proceso de planificación estratégica, pero hay algo que se vuelve vital para evitar decepciones: asignar tiempo y responsables para que esta tenga vida, ritmo y resultados. De lo contrario, lo que pretendimos fuera una inversión se convertirá una vez más en un gasto.

 

Diego F. Jiménez A

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