Margarita para cerdos

Columnista Invitado

La difícil tarea de mejorar el debate político en buena parte compete a los periodistas, des escalando su lenguaje, mejorando sus fuentes informativas y su nivel académico precario en muchos casos y defendiendo dignamente su independencia ética.
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Veo en la edición N° 37.340 de V.L. un comunicado sobre “el ejercicio del periodismo y la labor de los medios de información” de la AMI (Asociación de Medios de Información), que vale la pena mirar con detenimiento, porque, cuando menos, sus pronunciamientos aluden a actitudes esperadas de los informadores, de los informados y de los opinadores. Tal vez sea la conclusión “Para que sus ideas se sustenten con la verdad y la independencia perdure” lo más importante del comunicado, pues acude por única vez en el texto a la “verdad” como fuente indiscutible de la información y de la opinión. Estamos de acuerdo; es posible que lo que viene sucediendo en Colombia, y seguramente no por la primera, vez sea lo contrario. El rechazo a la violencia de todo tipo como medio de presión para torcer datos, desacreditar personas o simplemente decir mentiras por más nobles que sean los fines, no son otra cosa que aplicación del viejo mandato del enemigo predicando el “¡Mentid, mentid que de la mentira algo queda!”

Solo que en este caso todo parece indicar que el clamor por la libertad de prensa, información y opinión para defender la democracia amenazada, es sesgado; ve a los amenazantes desde un solo lado, hacia los medios tradicionales, opuestos al cambio social aceptado en elecciones limpias, democráticamente ganadas con un proyecto de país aprobado por la mayoría. La derecha opositora conformada por defensores del “statu quo”, con diferentes niveles de radicalidad, también es cierto, ha usado instrumentos mediáticos como dueños de los principales medios impresos, radiales y televisivos contra este gobierno del cambio, que van desde la burla hasta introducirse en la vida personal de líderes y mandatarios. Pero tal vez el daño mayor no sea lo que se dice sino lo que se calla, ocultando logros innegables en las estadísticas y en los programas, con fallas estos como en todos los gobiernos. No acatar órdenes y críticas, por lo general de viudos de poder insertados en el paradigma social que buscan mantener, suele ser motivo de calificativos deshonrosos y desobligantes, convirtiendo el debate no en confrontación de ideas sino en gazaperas personalistas.

La difícil tarea de mejorar el debate político en buena parte compete a los periodistas, des escalando su lenguaje, mejorando sus fuentes informativas y su nivel académico precario en muchos casos y defendiendo dignamente su independencia ética, sin someterla “arrastradamente” al interés no siempre democrático de los dueños, para que el comunicado de la AMI se entienda en un sentido pluralista, no solo de buenos y malos. ¿Y los cerdos comiendo margaritas? Vendrán después porque el espacio se agotó.

 

Libardo León Guarín

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