Los amos del mundo

Guillermo Pérez Flórez

Es difícil volver a la vida real después de dos semanas de desconexión, sumergido en ese ambiente de buenismo que genera la Navidad, a pesar de la fortísima carga mercantilista en que, con el paso del tiempo, ha devenido.
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Miro hacia atrás, hacia mis ya lejanos días de infancia, y recuerdo que lo más ilusionante eran no solo los regalos, sino los cánticos, las novenas y los apasionantes juegos de aguinaldos. Ignoro cómo viven los niños de hoy estas tradiciones; confío en que aún tengan esa magia de nuestros días.  

No es bueno comenzar el año cargado de pesimismo, pero tampoco hay que ser tan ingenuos como para pensar que hacer lo del avestruz —o lo que a ella se le endilga— es positivo. El mundo es como es, y en él tenemos que vivir: con sus luces y sombras, con sus amaneceres y crepúsculos, con sus días de calma y días de tempestades. Así ha sido, así es y así será. Comienzo por ponerme al día con las noticias. Leo que el presidente electo de Estados Unidos, el arrogante Donald Trump, quiere volver a echarle mano al Canal de Panamá, comprar Groenlandia, anexar Canadá y dar inicio inmediato a la expulsión de inmigrantes. Comenzará con cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos, a quienes Joe Biden había otorgado dos años para regularizar su estatus migratorio, plazo que vence este mes. Las nuevas autoridades migratorias se aprestan a cazarlos como conejos. Conforman una bolsa de medio millón de personas. El 20 de enero comenzará el espectáculo circense; el teatro será todo el territorio de Estados Unidos.  

Hay quienes piensan que Trump es un personaje exótico a quien no hay que tomarse en serio. Nada más tonto. Él encarna un proyecto político-económico que se corresponde con la fase de desarrollo actual del capitalismo. Los “estados-nación” ya no gobiernan. Las grandes corporaciones controlan la economía, la política, las comunicaciones y el comercio, de las cuales Elon Musk es el rostro visible, junto a Peter Thiel. No es casual que la posesión presidencial sea financiada por Amazon, Facebook, Starlink, X, PayPal, entre otras. El unilateralismo de Trump no es caprichoso. Las instituciones nacidas en la posguerra son un estorbo: suponen limitaciones a su poder. Los objetivos en política exterior son claros: contener a China, ningunear a la Unión Europea, aislar a Rusia. Ni América Latina ni África cuentan.  

Musk tiene más de 7.000 satélites en órbita baja; prácticamente se ha apoderado del cielo. Dos tercios de todos los satélites (Colombia tiene dos, Brasil 20 y México 11) están bajo su control. Podría paralizar el mundo: de ellos dependen gran parte de las telecomunicaciones, Internet, la radio, la televisión, la telefonía celular, los GPS. Amazon prevé lanzar más de 3.200 satélites. Trump representa a los nuevos amos del mundo. Son menos del 0,0001 por ciento de la población mundial, pero nadie puede escapar a su poder. Estamos en sus manos. La profecía de George Orwell se ha cumplido, estamos en 1984.  

¿Para qué traigo esto a cuento? Para que tengamos claro qué nos corre pierna arriba y abramos los ojos. Hay quienes preferirían mejor cerrarlos y fingir que no pasa nada. No los culpo. Yo lo hice durante dos semanas, y estuve relativamente bien. Pero qué difícil me está resultando volver a la realidad. Es dura, muy dura la resaca. Aún escucho en mi cabeza el eco de los villancicos.  Les deseo éxitos en el 2025. Sean valientes. La vida sigue siendo hermosa, en especial si se considera la alternativa. 

 

Guillermo Pérez Flórez

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