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Quienes están vinculados a la administración pública saben que deben actuar aplicando la ley para garantizar los derechos de la población. La Procuraduría acaba de recordarlo.
Es oportuno decirle al Alcalde Hurtado que el pensamiento colectivo de los ibaguereños es que el gobierno municipal no ha hecho valer la autoridad que le ofrece la ley, ni tampoco ha ejercido liderazgo social, para recuperar el orden y garantizar los derechos al trabajo y a la libre movilidad de los ibaguereños afectados por los desmanes de algunos protestantes. Al parecer, tampoco para conocer las demandas de estos personajes.
De otro lado, existe un silencio cómplice de la dirigencia política local que por sus cálculos electorales no salen a rechazar estos comportamientos, ellos creen que la gente no se da cuenta de esto, se equivocan.
La disculpa de que los bloqueos de vías son ejercicios pedagógicos no tiene fundamento, no se enseña con el castigo a terceros, tampoco violando los derechos de otros. Esa actitud no tiene nada de educativo, por lo menos no en este siglo, dichos comportamientos nunca se verían en un aula de clase, ni en los hogares de quienes bloquean.
Los bloqueos reiterados en vías públicas no son una expresión de la protesta pacífica, por el contrario, violentan los derechos de las personas, producen daños irreparables en las empresas y en sus trabajadores.
Es realmente desconsolador que los empresarios y sus empleados se sientan solos en este momento, que no encuentren en el gobierno el apoyo institucional que necesitan en un momento en donde están al borde de la quiebra. Que pronto se olvidó la gran crisis que están viviendo desde la pandemia. Si el gobierno no los apoya a salir de la crisis por lo menos debería evitar que se sumen nuevos elementos a esta.
En una ciudad caracterizada por las altas tasas de desempleo, lo que quiere la mayoría de los ibaguereños es trabajar, es un sentimiento generalizado que se vive por doquier. La falta de empleo para los jóvenes ha sido uno de los motivos de las marchas, la exigencia de oportunidades en este sentido ha sido el factor común de las exigencias de muchos hogares, por eso, los bloqueos que están impidiendo el normal desarrollo de los negocios en ciertos lugares de la ciudad son un contrasentido con las propias demandas de la protesta social.
A esto también se suma el sentimiento de impotencia que viven los vecinos en estos sectores, muchos se sienten prisioneros en sus casas, con miedo, se les está vulnerando el derecho a la libertad.
Finalmente, alguien sabe qué opina el Comité del Paro de las violaciones de derechos que están cometiendo estas personas.
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