PUBLICIDAD
El uso de dineros ilícitos en la política no es nuevo. El proceso 8.000 de Samper y los dineros del narcotráfico en su campaña presidencial aún están frescos en la memoria de los colombianos, los dineros de Odebrecht en la campaña presidencial de 2014 tienen en problemas a la exministra, Cecilia Álvarez, y a Óscar Iván Zuluaga. Hace unas pocas semanas el embajador Armando Benedetti confesó que hubo dineros de dudosa procedencia en la campaña presidencial de Gustavo Petro en la Costa Atlántica.
La democracia colombiana está capturada por políticos que hacen gala del derroche de dinero en sus campañas, están seguros de que nada les va a pasar.
La política cuesta, para hacer campañas electorales se necesita dinero, los gastos se empiezan a hacer desde la época de precampaña, y continúan cuando se acerca el día de elecciones, y es en esta fecha, es en donde más se utilizan dineros de dudosa procedencia.
Para las elecciones de este año ya se advirtió que hay riesgo de que ‘dineros calientes’ entren en las campañas, en algunas regiones, el peligro corre por cuenta de dineros del narcotráfico, en otras, el dinero de la minería ilegal, y en otras, los dineros provendrán de las coimas de contratos con el Estado.
La preocupación que existe sobre la transparencia de las elecciones es grande, algunos dirigentes nacionales han puesto en duda la idoneidad del registrador Alexander Vega, y la capacidad que tiene el Estado de controlar el ingreso de dineros de dudosa procedencia a las campañas.
Siendo conscientes de la importancia de un comportamiento ético de los candidatos y los líderes de los partidos políticos, el mecanismo corrupto de entramados para el financiamiento de las campañas supera de lejos las buenas intenciones de empresas privadas, es el financiamiento ilegal, aquel que no se reporta, el que más daño hace y el que al final termina eligiendo los candidatos.
Comentarios