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Mucho se habla desde el lenguaje común de la importancia de los niños y jóvenes en una sociedad, pero poco se hace para lograr transformar realidades por medio de su potencial. No se trata de un asunto exclusivo de gobierno, sino de la interacción permanente entre cultura, educación, economía y entretenimiento, en espacios como familias y colegios, lo que termina moldeando las sociedades actuales y futuras.
El eje conductor de esta interacción son los niños y los jóvenes. Ellos son los principales receptores de la transferencia de conocimientos y son quienes van a perdurar la tradición de cada sociedad, para mal o para bien. Sobre este hecho hay que partir para entender la importancia de las decisiones públicas que tienen que ver con este grupo poblacional, tales como la cobertura y la calidad educativa, la salud de la primera infancia, los valores sociales o el respeto por la naturaleza y el entorno en que vivimos.
En el caso del Tolima, de acuerdo con la proyección poblacional que realiza la Gobernación, hay un total de 340.333 menores de 18 años y 237.983 personas entre 18 y 28 años, siendo los niños y jóvenes el 41% del total de la población departamental. Dentro de los problemas socialmente relevantes para este grupo poblacional se identifica la baja calidad educativa, el rezago escolar y acceso a servicios públicos. Lo anterior significa que el 41% de la población que tiene una mayor capacidad de transformación social por su edad, sufren de un problema estructural al no garantizar condiciones mínimas para su formación a futuro.
Otro grupo de factores que son prioritarios tratar y muchas veces pasan desapercibidos son la salud y mortalidad infantil. Sobre este tema, la promoción del bienestar de este grupo poblacional debe empezar desde la gestación, razón por lo cual la protección de la mujer es primordial. De acuerdo con la Gobernación del Tolima, entre 2019 y 2022 los municipios de Herveo, Ataco, Lérida, Purificación, Flandes, Planadas, Ortega, Coyaima, Rioblanco, Ibagué y Espinal han presentado casos de mortalidad materna por encima de la media departamental. En cuanto a la tasa de mortalidad infantil (menores de 5 años), para el año 2023 fue de 12,4 x cada 1.000 nacidos en todo el departamento, concentrando su incidencia en los habitantes de las zonas rurales dispersas, con barreras de acceso al sistema de salud.
Este panorama nos muestra cómo a pesar de los esfuerzos por apoyar a la niñez y juventud, como sociedad nos estamos quedando cortos en dos aspectos básicos: salud y educación. Sobre la salud, es necesario eliminar las barreras de acceso para los habitantes de las zonas rurales, especialmente con relación a la salud reproductiva, los controles prenatales y la atención a la primera infancia. En el tema de educación, la prioridad debe ser recuperar su razón de existencia. Muchas veces los modelos educativos que traemos desde otros contextos no son los apropiados para lograr incluir a niños y jóvenes criados en culturas con patrones diferentes. La construcción de modelos pedagógicos locales es una herramienta que tiene el gobierno departamental para contextos con resultados negativos, ya que permitirá optimizar los recursos existentes vinculando prácticas que sean habituales para ellos y logrando jóvenes con mayores competencias ciudadanas para abordar la vida al crecer.
Es así como el llamado a la acción es a construir el desarrollo territorial por medio de los niños y los jóvenes, empezando por aspectos básicos como mejorar la salud y la educación. Como sociedad dejamos huella a medida que cada generación mejora sus condiciones de vida integralmente. En nuestro caso, el 41% de la población más joven debe tener las condiciones mínimas para saber hacia dónde vamos, para que a futuro puedan asumir grandes retos como modificar la estructura del tejido empresarial o mejorar la calidad de la cultura política.
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