Pese a que desde 2006 no se lograba concertar sobre salario mínimo, el que el alcanzado para 2012 si lo hubiera sido no dejó ningún grato sabor para los trabajadores: durante el nuevo año, tendrán que atender sus necesidades vitales con la mitad de lo que vale la canasta familiar, es decir, con 566 mil 700 pesos.
Tomando en cuenta que tal incremento apenas sí representa algo más de un uno por ciento adicional a la inflación del presente año, la insatisfacción se hace mayor al considerar que el subsidio de transporte solo se incrementó en cuatro mil 200 pesos mensuales.
Esto obligará al trabajador a seguir destinando parte de su exiguo salario a sufragar los gastos de desplazamiento al puesto de trabajo, los cuales se incrementarán en por lo menos seis mil pesos, y eso suponiendo que la buseta no se encarezca en más de cien pesos y que el trabajador sólo la utilice dos veces por día.
La situación salarial de los colombianos es tan grave que, descontado el amplio número de personas que viven del rebusque, cerca del 70 por ciento de los trabajadores formales no reciben el mínimo legal.
Por eso no dudamos en afirmar que se desperdició una magnífica oportunidad para saldar viejas deudas oligárquicas con la clase trabajadora, a la que tienen sometida a unas tasas de explotación cada vez mayores y que rebasan en mucho las de otros países de igual desarrollo económico.
Pero también era ocasión propicia para que las Centrales Obreras, asumiendo el papel dirigente que les ha sido conferido por los trabajadores e interpretando la angustia social que es de esperarse en un país que ostenta el tercer lugar en el escalafón mundial de la inequidad, pusieran a prueba su capacidad movilizadora haciéndose acompañar de acciones de presión que dejaran en claro su propósito de no dejar que la plusvalía siga creciendo como hasta el presente.
Enfrentar solas estos eventos de negociación y, sobre todo, sin presiones más allá de la mesa es lo que en últimas ha conducido a concertaciones y decretos de incremento insatisfactorios.
Para que haya un verdadero incremento salarial, este debe ir más allá de los estimativos de inflación y productividad. A tales factores hay necesidad de agregarles la tasa de crecimiento del PIB, pues esta es alcanzada en virtud de la participación laboral en el aparato productivo antes que por gracia de la intervención del capital.
Un salario así determinado haría mas soportable el peso de la explotación que llevan a cuestas los trabajadores, mientras llegan los grandes remezones sociales que la hagan desaparecer de la faz de la tierra.
Pese a que desde 2006 no se lograba concertar sobre salario mínimo, el que el alcanzado para 2012 si lo hubiera sido no dejó ningún grato sabor para los trabajadores: durante el nuevo año, tendrán que atender sus necesidades vitales con la mitad de lo que vale la canasta familiar, es decir, con 566 mil 700 pesos.
Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO
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