La artesanía en tiempos de desempleo

Manuel José Álvarez Didyme dôme

Una errónea consideración ha llevado a que en nuestro departamento se menosprecie y por ende se maltrate todo el historial de eficientes realizaciones y éxitos del talento raizal, como ha pasado con la artesanía.
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Equivocada actitud que se ve contradicha por actividades como las que realizan los orfebres del “Centro Artesanal de La Chamba”, ubicados en el suroriente del importante municipio del Guamo, trabajando el barro hasta convertirlo, “gracias a la magia de sus manos”, en cazuelas, múcuras, ollas y demás objetos utilitarios que son reflejo y expresión de sus tradiciones y costumbres e insuflándoles vida para que lleguen a los hogares de sus adquirentes transmutados en verdaderos “emblemas del Tolima”.

Y es que el “Centro de La Chamba” fue creado en el año de 1970 con el apoyo de “Artesanías de Colombia” a solo 10 kilómetros del casco urbano del Guamo, en reconocimiento al talento artesanal de las gentes de esa importante vereda, para que fuera una de las instituciones cerámicas más reconocidas del país, como en efecto lo es hoy.

Un nombre bien ganado en los ámbitos tanto nacionales como internacionales, por una industria en la que laboran más del 85% de los pobladores de aquella región en número que asciende en la fecha a más de 1.300 artesanos, principalmente mujeres.

Una de las pocas empresas que se desarrolla y pervive a nivel local en una pequeña provincia, gracias al apoyo recibido en razón de su tradición alfarera“ con técnicas milenarias del engobe con barro rojo” y “el ahumado” que allí se acogieron y fueron haciendo tránsito de generación en generación luego que los españoles las adoptaron de los árabes, las trajeron a América y las transmitieron a los nativos Poincos o Yaporogos de la raizal cultura Pijao, primeros pueblos que habitaron el valle del río de la Magdalena, hasta llegar a servir hoy como eficiente factor de desenvolvimiento de una región y del importante grupo social que allí habita.

Piezas que estos artífices de la arcilla elaboran, las cuales llevan incorporados el ingenio y la inspiración mágica de unas gentes que día tras día y durante siglos se han esforzado por dar lo mejor de sí por mostrarle al mundo que su cerámica es un objeto único y que representa una tierra que construye con las manos aquello que le permite enorgullecerse de su talento.

Semejante a lo que pasa con otros productos, así mismo artesanales, pero elaborados por otros grupos humanos que sufren los padecimientos propios de nuestros artesanos de menor renombre que los de “La Chamba”, pese a su similar talento y tan laboriosos como ellos, por falta del estímulo y apoyo del que carecen, y que podrían contribuir al requerido desenvolvimiento regional en estos tiempos de desempleo.

Con recursos que debieran ir a darles prioritario apoyo para paliar las dificultades que afrontan, en procura de obtener el necesario respaldo y promoción del talento “nato” de las gentes de esta tierra.

Manuel José Álvarez Didyme‐dôme

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