El “omertá” petrista

Manuel José Álvarez Didyme dôme

El código de honor y silencio que la mafia siciliana instituyó, como medio de prevención para prohibirle a sus miembros dar cuenta a las autoridades sobre sus actividades delictivas, ha terminado por convertirse hoy en generalizada norma en toda suerte de organizaciones non sanctas, al igual que entre otros grupos sociales.
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Bautizada como omertá, la palabra que según se dice, proviene del latín humilitas que significa humildad o sea sinónimo de obediencia, sumisión, docilidad, acatamiento, y que por supuesto dice relación a sus antónimos arrogancia o rebeldía que los miembros de aquellas agrupaciones temen, puesto que el actuar delator de alguno sus integrantes puede llevar a develar sus irregulares operaciones poniéndolas en riesgo.

Es la “norma” que al parecer está imperando y se aplica y funciona en el seno del actual Gobierno traída por el exguerrillero Petro y sus validos, tal como al parecer lo evidencian las dádivas y favores burocráticos que a título de omertás se les han otorgado a Armando Benedetti y a Laura Sarabia en pago de su silencio frente a los aparentes secretos que estos le guardan a Petro y a su Gobierno, (saben demasiado), con los cuales, al revelarlos, podrían hundirlos.

Mutismo que también se le premió, durante un buen tiempo, al exministro de Hacienda Ricardo Bonilla incluso frente a las acusaciones en su contra que le hicieron diversos sectores de opinión, e igual a los que le hicieron Olmedo López y Sneyder Pinilla por su participación en el fraude a la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) y a lo dicho por su asesora más cercana, María Alexandra Benavides ante su involucramiento en la compra de los votos de varios congresistas integrantes de la comisión de Crédito Público, mientras guardó silencio frente a estos y a las actuaciones irregulares que debió ver a su alrededor, mudez que fue calificada por el propio Primer Mandatario como discreción heroica y honesta en defensa de su Presidente y su Gobierno frente al supuesto “golpe blando” que sobre ellos, dizque se cierne, pero que finalmente derivó en su despido como omertá de castigo y en precaución para aquellos que como él quisieran “irse de boca”, cuando denunció ante la Fiscalía al hijo de su mujer, Nicolás Alcocer Petro y al gerente de la campaña Petrista y hoy Presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, por el presunto entramado anómalo en contratos con la Hidroeléctrica de Urrá S.A..

Y es que de nada le valió a Bonilla haber lidiado callado y sin dar muestras de asombro por los efectos derivados de la crisis fiscal producida por el enorme e irresponsable crecimiento del gasto público y la reducción de la recaudación tributaria y el estancamiento de la economía a causa de la errónea y torpe orientación económica del país.

Y es que la norma del omertá en “el Gobierno del cambio” es una: si tú guardas silencio ante lo que se debe callar y no revelar, yo te defiendo y favorezco, pero si no lo haces, no esperes solidaridad ni apoyo alguno.

 

 

Manuel José Álvarez Didyme

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