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Alterando y afectando tan negativamente los valores, al punto que hoy podemos afirmar sin equivocarnos, que en Colombia el gobernante, su familia y sus validos casi que han instaurado una nueva y propia axiología en la mesiánica creencia de ser esta la única social y políticamente aceptable, bajo la que se han arropado y llevado a cabo: el trato y la negociación con todo tipo de delincuentes y criminales revestida de “paz total”; el recibo y utilización de dineros y servicios del narcotráfico como lo hicieron en la campaña con la aceptación y uso de las aeronaves de la narco-Sociedad Aérea de Ibagué (SADI S.A.S.); el posterior y abusivo uso de los recursos del erario público como el empleo privado de “los helicóteros oficiales” por parte de la Vice-presidenta y los tours internacionales realizados con dineros públicos por la primera dama para viajar y visitar hasta al Sumo Pontífice; el tráfico de influencias llevado a cabo en beneficio de familiares y amigos, y el reparto de “mermelada” mediante la asignación de cupos burocráticos en Ministerios y otros cargos por los que son investigados Laura Saravia y 20 parlamentarios del Pacto Histórico; la reducción de la acción de las fuerzas armadas para facilitar el actuar de los grupos violentos; el disfrazar a probados delincuentes como Salvatore Mancuso como negociadores de justicia y paz buscando con ello su impunidad; la solidaridad con los violentos ante el bloqueo de carreteras, y la calificación del secuestro y el asesinato de policías, como “retención” y “cerco humanitario” a través de su ministro del interior Luís Fernando Velasco para reducir su gravedad; sus equivocados proyectos de reforma a la salud, la educación, el trabajo y el régimen pensional, todo avalado mediante unas deshilvanadas peroratas “neo-comunistas” de amenaza a la Federación de Cafeteros y a la empresa privada en general; la descriminalización de conductas penales como el terrorismo en el marco de la protesta social en favor de los delincuentes de la “primera línea”, y su permanente invocación de una inefable “constituyente a partir de “asambleas populares” a imagen y semejanza de lo hecho por sus orientadores y guías: las dictaduras de Cuba y Venezuela, etc., etc., etc..
Y mientras todo esto ocurre., la gran masa opuesta a lo que viene sucediendo, reduce su actuación a rememorar su multitudinaria participación en la “marcha” del 21 de abril como si aquella hubiese sido y fuera suficiente contra tan nocivo estado de cosas, a sabiendas que se continúa afectando gravemente y sin pausa el nivel de desarrollo e incrementando las cotas de pobreza del país, tal como lo están evidenciando los indicadores de desenvolvimiento, puesto que lo que se debe hacer es reaccionar, no solo con aisladas censuras y condenas de social tertulia, sino formando causa común y actuando con energía en su contra, de manera expresa y articulada en defensa de la democracia y sus instituciones, con especial énfasis en auxilio ante el peligro en que se encuentran los derechos y libertades fundamentales.
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