Quo vadis Venezuela

Manuel José Álvarez Didyme

La abusiva apropiación de la figura y el discurso Bolivarianos, aunada a un deshilvanado y grosero uso de un lenguaje con intenciones retóricas y ahora hasta bélicas contra el Presidente y la Nación Argentina; la persecución, amenaza y el encarcelamiento de los adversarios políticos; el amedrentamiento sistemático de los medios de comunicación desafectos a su corrupto mandato, y a un exacerbado intervencionismo, han llevado al límite del desprestigio y al desleimiento económico y social a la otrora próspera Venezuela por parte del su tropical gobernante quien se soporta desde 2013 en unas presuntas mayorías logradas mediante amañadas gestas electorales.
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Todo esto acicateado por la reiterada prédica del odio de clases y la antipatía a la propiedad privada, en análogo lenguaje del que por años ha utilizado en Cuba la añeja dictadura que data del pasado siglo y que aún la gobierna, que  lo único que ha logrado generar en esa isla es pobreza, escasez  y restricciones sin cuento.

Siempre tratando de atraer al grueso de la población con la reiterada y falaz promesa, de la transformación de lo existente a la mitológica “tierra de Jauja” o la “utopía de los hambrientos” de la cual tanto se hablaba en el siglo XVI en plena  edad media, como aquel idílico lugar en donde no era necesario trabajar para obtener ríos de leche, miel, vino y montañas de pan, y en donde a todos los que allí moran se les realizan sus deseos de manera instantánea y sin esfuerzo alguno, con su sola invocación.

El burdo disfraz retórico de la izquierda radical, con el que se ha tratado de mimetizar el real drama económico y social del vecino país que ya ha generado el éxodo masivo de cientos de miles de sus habitantes ante la imposibilidad de seguir ocultando lo inocultable: una producción petrolera incapaz de solventar las necesidades de la población por cuenta de una deteriorada e ineficiente empresa estatal y sin fuentes de abastecimiento alternativas; un aparato productivo al borde de la desaparición ante la falta de inversión y estímulo; sin ciencia ni tecnología adecuadas y sin quien las genere; un agro improductivo y a punto de desaparición agobiado por la inestabilidad de la propiedad e iniciativa individuales; una impagada e impagable deuda externa; un monstruoso déficit fiscal; una inmanejable circunstancia cambiaria que negocia un dólar negro cuyo precio supera en cientos de veces al oficial, y “la mayor  inflación del mundo”, todo ello manejado por una burocracia incompetente, politizada y por sobre todo, corrupta, aliada con la narco-guerrilla colombiana del ELN, como lo han denunciado los medios encabezados por la revista “Semana”, soportados con abundoso y cierto material probatorio.

Clara expresión de 25 años de corruptela, derroche y despilfarro de una irrepetible bonanza petrolera, durante los cuales no se invirtió, ni en infraestructura vial, ni energética, ni naval, ni industrial, ni en desenvolvimiento agropecuario, educativo o científico, ni en nada de nada que no fueran acciones de gobierno politiqueras y corruptas y en connivencia con controvertidos regímenes como el  iraní, y el interesado apoyo de Rusia y China prestado a cambio del petróleo que cada vez le  escasea más.   

Todo con el supuesto respaldo de unas masas sin rumbo político claro, proclives a ser atraídas por cantos de sirena y prédicas populistas, autocráticas y mesiánicas, propalados por profetas de idéntico corte, que con ello procuran el apoyo masivo de sus incautos prosélitos.

Lo cual lleva a que maduro y  sus secuaces inexorablemente caerán, como deben caer ante el hastío de un pueblo liderado por una gran mujer como María Corina Machado y el valeroso candidato contradictor de tan nefando régimen, Edmundo González Urrutia.

 

Manuel José Álvarez Didyme

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