¿"Quo vadis"...Venezuela?

Manuel José Álvarez Didyme dôme

No creo que entre nosotros, haya alguien con la suficiente claridad analítica para poder responder acertadamente la pregunta que encarnada en el encanto de Deborah Kerr, Robert Taylor y Peter Ustinov, enraizada en nuestro cotidiano lenguaje a partir del Jueves, 8 de octubre de 1953, día en que se estrenó entre nosotros, la película de la Metro-Goldwyn-Mayer, titulada con el brocardo latino que encabeza esta columna.
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Y es que son tantas y tan descarnadas las imágenes con las que los medios nos están mostrando las protestas de los últimos días escenificadas en las calles de las principales ciudades de la vecina república y las opiniones captadas en vivo y en directo de sus protagonistas, que no sabemos hacia donde van a conducir estas, ni que pensar realmente al respecto.

Porque en ellas se ve un millonario concierto de opositores de la más diversas condiciones, manifestando con vehemencia ya cercana a la violencia, su disposición de derrocar el gobierno de Maduro, hastiados con él y su populista prédica, evidencia de una acentuada fatiga colectiva provocada por su corrupto proceder y el de sus validos y los desaciertos con los que han conducido la economía del colindante país hasta la contradictoria situación de una inexorable crisis en medio de la abundancia petrolera, y respaldados por una fuerza pública que dice defender “una revolución” y predica su favorecimiento a las clases populares y el desprecio por los intereses de “la oligarquía”, que en cualquier momento puede pasar a un generalizado estado de confrontación.

Confusión y caos presagiados junto al derramamiento de sangre mismos con los que el dictador amenazó en vísperas del 28 de julio, incrementados por la persecución a toda expresión disidente y de libertad de opinión, al punto de expulsar del país a los testigos electorales no simpatizantes con su régimen, así como por la convocatoria a los empleados públicos bajo amenaza de despido a concurrir a las manifestaciones de “su líder” y a expresar su apoyo “al neo imperio bolivariano y tropical”.

Lo cierto es que en Venezuela la violencia se advierte de hace algún tiempo por cuenta del desabastecimiento alimentario generado por un absurdo y anacrónico socialismo de Estado que insiste en seguirle fijando precios de sustentación a los bienes de consumo por debajo de su coste; por la pérdida de productividad de sus empresas debida al desestímulo a la inversión, y a la salida precipitada de muchos capitales bien nacionales, bien foráneos, ante las amenazas de expropiación, circunstancias que unida a la retórica de odio al opositor, ha venido a consolidar el hartazgo con un proyecto de sociedad, que se había creído viable y sólidamente soportado en la opinión, pero que hoy tambalea y se debe la ruinosa como la que más.

Una tozuda realidad que evidencia la ausencia de norte heredada de un torpe y confuso chavismo adelantada en medio de un injusto sectarismo e ignorante dogmatismo de su dirigencia, todo aunado a unas acentuadas corrupción y  mala fe.

 

Manuel José Álvarez Didyme

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