La consulta popular del liberalismo para escoger candidato es un embeleco. Por varias razones. La primera y principal, porque para nadie es un secreto que no puede ir solo a primera vuelta y tiene que buscar alianzas. Y la segunda, porque es un error desgastar a quien es, posiblemente, la única carta que le queda para volver al poder: Humberto de la Calle.
De la Calle tiene suficientes pergaminos para ocupar la Presidencia. Reúne formación, experiencia, credibilidad y talante. Ponerlo a competir con pre-candidatos menores es una equivocación. Veo difícil que alguien vote por una persona cuatro veces: 1. En la consulta liberal. 2. En la consulta interpartidista (ésta sí absolutamente necesaria); 3. En la primera vuelta y 4. En la segunda vuelta. Eso no lo aguanta nadie. Se está dando una ventaja enorme al futuro candidato por el Centro Democrático. De la Calle debería ser investido como candidato ¡ya!, y otorgársele poderes para que lidere una amplia convergencia democrática nacional orientada a consolidar la paz y regenerar la vida pública.
La mejor contribución que podrían hacer Juan Fernando Cristo, Luis Fernando Velasco y Edinson Delgado sería renunciar a favor de De la Calle y ahorrar al país los costos de la consulta. No tiene presentación que el Gobierno se niegue a dar presupuesto a la Registraduría Nacional para hacer consultas populares, pero en cambio se gaste una fortuna en una consulta de un partido político. El presidente César Gaviria, que es un estratega, como jefe único debería generar las condiciones para que esto ocurra. Si el liberalismo quiere volver a ser alternativa, tiene que demostrar altura de miras y compromiso no con la maquinaria, sino con el angustioso anhelo de cambio que existe en la sociedad colombiana, por décadas postergado.
Además, es una vergüenza que la campaña se limite a la gestión del miedo. Hay candidatos que se ofrecen como salvadores para derrotar fantasmas. Vargas Lleras ha tenido dos grandes oportunidades para hacerse con la jefatura de la “derecha”. La primera, el pasado 2 de octubre si hubiese jugado limpio por el Sí. De haber ganado la paz, Álvaro Uribe habría sido llamado a calificar servicios, pero Vargas Lleras prefirió pasar agazapado. Ahora, tuvo la oportunidad de liderar un proceso de normalización y modernización del país, y contribuir a que Colombia dé un salto adelante, pero ante su descenso en las encuestas decidió lanzarse en brazos de Uribe. Craso error. Éste no le va a dar su apoyo a no ser que las circunstancias lo obliguen y, en cualquier caso, le cobrará caro su respaldo. De manera que llegaría dramáticamente hipotecado a la Presidencia.
Colombia tiene que escoger entre combatir el fantasma del castro-chavismo o encarar los monstruos reales de la corrupción y la politiquería, que generan violencia, atraso y desesperanza. Con De la Calle el liberalismo tiene la oportunidad histórica de volver a ser alternativa y recuperar la confianza popular. Ojalá no la dilapide, por egos y pequeñeces. ¿Qué opina usted, presidente Gaviria?
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