Para crear más y nuevas oportunidades para las personas es necesario rescatar la política y los políticos para el bien común.
A través de los años la política ha perdido su razón de ser, asignar los valores a la sociedad. La corrupción llevó a que la sociedad asumiera como correctos la deshonestidad, la intolerancia, el egoísmo, la indiferencia y la irresponsabilidad. Estos antivalores han creado un círculo vicioso que se traduce en pobreza e inequidad. Volver a la cooperación, el respeto y la solidaridad es necesario si se quiere romper dicho círculo.
Con una política herida por la corrupción y permeada por antivalores las prácticas políticas han formado un sistema político que desatiende las necesidades de las personas, un sistema que se preocupa más por el político que por las personas.
Muchos políticos creen que son ellos y no las personas la razón de ser de la política y de los gobiernos, el arreglo institucional les favorece y día tras día se edifica mayores barreras de entradas para las personas del común. Hoy, infortunadamente, para que alguien incursione políticamente necesita ríos de plata para aceitar maquinarias electorales que se desactivarán de inmediato pasadas las elecciones, y aún peor, a muchos electores no les preocupa las propuestas de los políticos porque las escuchan “promeseras y mentirosas”. Este sistema, por de más perverso, obliga a los elegidos a buscar mecanismos para “el retorno a la inversión” que desangran el erario, aumentando la pobreza e inequidad.
La respuesta de las personas se traduce en desconfianza. Es común que se desconfíe de los políticos, las personas sienten que a éstos no les duele la suerte del pueblo, pues muchos creen, y tal vez con razón, que el político busca el poder para satisfacer sus propias necesidades olvidando que la política es una vocación que se sustenta en la caridad para aquellos más necesitados. Infortunadamente la pobreza obliga a muchos “líderes” a convivir con este sistema; prefieren unos pocos billetes en la campaña porque saben que después no será fácil acceder al político ni a los supuestos beneficios que este otorga.
Alcanzar un departamento con menos pobreza e inequidad y más crecimiento económico exige un sistema político honesto, de gobiernos transparentes y políticos virtuosos. Además se necesita una sociedad sensata y mayor de edad, que entienda que cuando contribuye conscientemente con dicho sistema erosiona su futuro y el de sus hijos.
Ofrecer oportunidades a las personas requiere crear un ambiente social en donde los políticos sean capaces de establecer un diálogo basado en la confianza y en el trabajo honesto, necesita que éstos replanteen su relación con el elector y con los gobernados buscando el bien común, procurando que haya trabajo digno, educación y servicios de salud para todos.
Acabar con la política de la desesperanza e incredulidad es uno de los primeros pasos, si no el primero, para alcanzar superiores estadios de progreso y desarrollo integral, y no hay duda de que conseguir mayores niveles de confianza es primordial.
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