Listas para la democracia

Rodrigo López Oviedo


Un problema que suele presentársele a todo partido en tiempos electorales es el relacionado con el desigual interés que cada candidato presta a la campaña, sobre todo en partidos en los que opera el sistema de listas cerradas.
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En estos casos, lo normal es que los candidatos más comprometidos en impulsarla sean los que encabecen o estén más cerca de la cabeza de lista, mientras que de los que están en la cola es poco lo que se puede esperar.

Esto ocurre más frecuentemente aún en las organizaciones partidarias que están bajo la batuta de un supuesto jefe natural, al cual lo caracteriza el tener un democrático bolígrafo, con el cual define el renglón correspondiente a cada candidato dentro de la lista.

Como dentro del Pacto Histórico hay también personajes que se consideran jefes de tal naturaleza, según se pudo constatar en las elecciones de 2022 y 2023, oficializar las listas cerradas les vendría como anillo al dedo a tales señores, y por eso las defienden con sofismas como los de que este tipo de listas fortalecen los partidos, le cierran la puerta a los corruptos y estimulan la democracia partidaria.

En primer lugar, si fortalecer los partidos significa que estos crezcan en militancia, con cualquier tipo de lista, abierta o cerrada, se podría generar dicho efecto, sobre todo si finalmente el resultado electoral es exitoso, caso en el cual lloverán al partido oportunistas y logreros provenientes especialmente de las toldas perdedoras.   

En segundo lugar, ningún corrupto está pendiente de renglones ni de listas, ni de que estas sean abiertas o cerradas. La corrupción les es ínsita y pueden hacerla valer sin que el sistema les sirva de talanquera. Como prueba están los Morenos, Manguitos y Olmedos, relacionados todos con listas cerradas.  

En tercer lugar, la lista cerrada tampoco sirve para estimular la democracia, así las listas se elaboren a través de consultas. Este mecanismo casi siempre termina convertido en una mera formalidad, en la que nunca participa un número representativo de militantes y en la que siempre la manipulación está disponible para su uso.

Ahora bien, la consulta como mecanismo para elaborar la lista no riñe con que esta sea abierta. Es más, elaborar la lista abierta mediante una consulta previa, libre de manipulación, podría permitirle al militante participar en su conformación, garantizando la sola inclusión de candidatos que lo merezcan, y al electorado en general, aprovechar su carácter preferente para respaldar al que más le convenza.

En resumen, la lista abierta es la que mejor permite que, en lugar de un bolígrafo, haya muchos bolígrafos trazando caminos de fortalecimiento, participación y democracia. Así lo creo.

 

Rodrigo López Oviedo

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