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Por fortuna, lo de la formalización es cierto, pero ello no debe dar lugar a creer que el Pacto Histórico ya exista como partido. Para que un partido exista legalmente, la normatividad existente le exige contar con estatutos, código de ética, programa, y símbolos partidarios, así como cuerpos de dirección y Consejo de Control Ético claramente definidos y democráticamente cubiertos, y de representante legal. Llenar estos requisitos depende de la asamblea fundacional, de la cual deben emanar todas las decisiones al respecto.
Como es lógico, un partido como el que queremos, que llene tales condiciones y que sea representativo de los sectores democráticos, aún no existe. Existe sí la decisión de constituirlo. Así lo han manifestado las organizaciones coaligadas bajo la misma denominación de Pacto Histórico, así lo impone la normatividad vigente y así lo demanda la necesidad de remover los obstáculos que han impedido que se hagan realidad y se profundicen los cambios programáticos que hoy acaudilla Gustavo Petro, más muchos otros que han sido objeto de valerosas luchas de los sectores populares.
Hay sin embargo una preocupación, y es que, aunque se logre dar vida al nuevo Pacto Histórico, este no supere plenamente las tendencias que se observan en algunas de sus organizaciones que lo han de conformar y que corresponden a viejas y dañinas formas de hacer política, de las cuales hace parte la inexcusable propensión a crear y preservar intereses y privilegios particulares en detrimento de los colectivos.
Para evitarlo, el partido debe contar con una normatividad que cuente con la fuerza disuasoria suficiente para evitar que se presenten tan perniciosas prácticas, especialmente entre quienes quieran ejercer puestos de dirección y representación. No de otra manera se podrá ofrecer a la ciudadanía una alternativa diferente a la que siempre han ofrecido las castas politiqueras de las que ha dependido el manejo del Estado desde su fundación.
En conclusión, todavía no se puede cantar victoria acerca de la conversión de la coalición Pacto Histórico en partido político, lo cual no quiere decir que no existan las condiciones suficientes para garantizar que esta iniciativa pueda llegar a buen puerto.
Lo logrará, y ojalá lo haga de la mano de una militancia fuerte, cohesionada y vigilante, que es la única que puede hacer posible que el actual proceso de cambios se haga irreversible y cada vez más profundo.
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