Claro que yo, a veces, me pregunto si el vallenato o el reguetón, aires precedentes de la región Caribe, son en realidad la insignia de esta región que se ha caracterizado por aires diferentes, tal vez más espirituales, aunque también festivos, más profundos que epidérmicos.
Tal vez algunos piensen que por aquello de la globalización todo lo occidental debe ser parte de nosotros y la preponderancia de aquellas músicas festivas y estridentes debiera ser normal en nuestra conducta musical.
Quizás esto se dé, creo yo, porque nosotros no le hemos dado importancia a la divulgación de nuestros aires terrígenos y hayamos olvidado los estímulos a nuestras expresiones populares.
La invasión caribe no es porque esa música sea más importante que la nuestra, al fin y al cabo son expresiones de nuestras gentes, sino porque una de ellas ha sido tenida en cuenta como factor económico y promocionada con mayor énfasis en el ámbito nacional.
Fíjense ustedes cómo hasta hace poco hubo una emisora vallenata en cada capital de nuestros departamentos y cómo la constancia y repetición de estos aires los impuso por encima de los otros.
Tampoco nos hemos percatado de que, a pesar de contar con importantes centros de formación musical como el Conservatorio del Tolima y el Bachillerato Musical Amina Melendro de Pulecio, los egresados no tienen donde aplicar sus conocimientos y no pueden ejercer la profesión de músicos con la dignidad que se merecen.
No existen orquestas que acojan laboralmente a los egresados, salvo la Banda Departamental o la de la Universidad del Tolima. Y la del Conservatorio está conformada sólo por los profesores y algunos estudiantes aventajados.
En definitiva no hay fuentes de empleo para tantos músicos excelentes, muchos de los cuales emigran para pertenecer, por su calidad, a agrupaciones conformadas en otras regiones del país.
De ahí la importancia de la creación de la Orquesta Filarmónica de Ibagué, OFI, que abre la posibilidad de desarrollo de músicos jóvenes que puedan lucir sus conocimientos y capacidades y practiquen su profesión específica sin ningún temor.
Pero, sobre todo, que los ibaguereños apoyen y apuntalen este esfuerzo por desarrollar un medio de expresión donde nuestros músicos puedan desempeñarse en la labor para la cual se han formado.
La existencia de la OFI enriquecerá el ambiente musical de la ciudad, por eso no dudo que muchos industriales y empresarios la tendrán en cuenta para contratar sus conciertos o apoyar generosamente sus acciones. Y nosotros haremos lo propio al acompañar con afecto sus actividades.
Al fin y al cabo la música es compañera inseparable del ser humano.
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