Editorial: El tiempo se agota

El tiempo transcurrido ha ido agotando la capacidad de resistencia del pueblo colombiano que es el que ha de ratificar los acuerdos, lo que hace imprescindible una definición en el corto plazo,que como lo manifestó uno de los voceros de la guerrilla debe traducirse en armisticio, tregua o cese bilateral al fuego.

ese a los traumas sufridos por las negociaciones de paz por cuenta de los desgraciados acontecimientos que se saldaron con la muerte de más de medio centenar de colombianos, las conversaciones entre el Gobierno y la guerrilla se mantienen.

No parecen haberles hecho mella la andanada de pronunciamientos de funcionarios y congresistas, de dirigentes gremiales y figuras de los medios que, como en Fuenteovejuna, la emprendieron contra el Gobierno en la intención de acabar con los diálogos y llevar al fracaso el esfuerzo de La Habana.

En medio del fragor de los epítetos, de las muertes injustificadas e inútiles, de daños irracionales a la infraestructura y la reactivación de las hostilidades, se han producido algunas señales que permiten reavivar el optimismo. El primero de ellos, la mesura que se advierte en los pronunciamientos de los voceros de la guerrilla, que le han bajado al tono de confrontación.

En segundo lugar, la iniciación del desminado conjunto entre militares y guerrilleros con apoyo y supervisión internacional, en un área de 12 mil metros cuadrados de Briceño, en Antioquia, un lugar en donde hay más minas que habitantes.

Finalmente, la adición de dos pesos pesados en la delegación gubernamental: la Canciller, María Ángela Holguín, y el expresidente del Éxito Gonzalo Restrepo.

Todo lo anterior apunta a que en medio de todos los avatares recientes, las partes se empecinan en continuar los diálogos y se rehúsan a echar por la borda un esfuerzo de casi tres años, que ha contado con enorme apoyo internacional, por lo que debe suponerse que las partes han de cuidarse para no cometer más de los errores recientes.

El tiempo transcurrido ha ido agotando la capacidad de resistencia del pueblo colombiano que es el que ha de ratificar los acuerdos, lo que hace imprescindible una definición en el corto plazo, que como lo manifestó uno de los voceros de la guerrilla debe traducirse en un armisticio, una tregua o un cese bilateral al fuego, con un propósito en mente: cumplir con el reclamo de monseñor Salazar de que no haya un muerto más por cuenta de la guerra fratricida.

REDACCIÓN EDITORIAL

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