Un mejor ambiente en la UT

Uno de los retos para el próximo rector está en jalonar mayores recursos por parte del orden nacional, y convenir a través de alianzas estratégicas, mayores ingresos.

Poco a poco la penosa situación en la que terminó la Universidad del Tolima a finales de 2015, se ha ido superando. En la pasada rendición de cuentas de la UT, se pudo conocer el efecto del ajuste de gastos adoptado por el Consejo Superior y el rector Mejía.

Un 65% de reducción del déficit que por poco lleva a la UT al cierre y la intervención por parte del Gobierno nacional, resulta una gran carta de presentación, para una administración que, si bien aspirará en un proceso democrático para continuar en la rectoría, ha cumplido con lo encomendado, tomando decisiones impopulares pero necesarias, y congelando nombramientos que en el pasado hicieron tanto mal y desangraron las finanzas de la única universidad pública del departamento.

Pese a la difícil situación financiera, y que, aunque se ha logrado un avance significativo, no se ha superado del todo la crisis, la UT ha seguido creciendo en materia de investigación científica, pues como eje misional jamás se ha dejado de apoyar y fortalecer la academia, y aquello también pudiera verse reflejado en el importante número de programas acreditados de alta calidad, y la anhelada acreditación institucional.

La inyección de recursos por parte del gobierno departamental, por supuesto, ha sido determinante, y aquello se ha visto reflejado en temas de bienestar universitario como el restaurante y las residencias femeninas antes inexistentes. Sin embargo, aún falta mucho más, y quizás uno de los retos para el próximo rector está en jalonar mayores recursos por parte del orden nacional, y convenir a través de alianzas estratégicas, mayores ingresos.

Uno de los puntos más positivos del nuevo tiempo que se respira en la Universidad del Tolima, es sin duda la unión entre sus miembros y la gobernabilidad que ha retornado gracias a la confianza de lo hasta ahora logrado. El aporte de los profesores, incluso de los más críticos con los procesos institucionales, ha sido fundamental no solo en la parte académica, sino en las funciones administrativas, y aquello ha permitido no solo que la planta laboral se mantenga con lo necesario, sino que algunos docentes, que en el pasado estaban apartados por falta de confianza y credibilidad en las directivas, se acerquen con mayor compromiso y sentido de pertinencia.

Resulta curioso decirlo, pero hace un buen tiempo no se escucha una sola papa bomba en la UT, ni se cierran salones para impedir clases, y aquello para quienes conocen el ambiente de la universidad pública en Colombia, saben lo que ello representa.

REDACCIÓN EDITORIAL

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