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Hace alrededor de 60 años, el Concejo de Ibagué expidió un acuerdo en el que se declaraba al sector del costado sur de la carrera Primera, entre calles 9 y 11, como una zona de utilidad pública, destacando su importancia en relación con la educación y la cultura de la ciudad.
Hoy en día, parte de este espacio cumple de cierta manera con lo anhelado por aquel entonces desde el Concejo municipal, el Conservatorio de Ibagué es una pequeña muestra histórica de la importancia del sitio, sin embargo, existen también en esta área, algunos espacios que denotan un alto grado de abandono.
La carrera Primera sirve como una de las puertas de entrada turística al Cañón del Combeima, por esta carretera, se conecta de manera directa el centro de la ciudad con esta zona rural tan concurrida.
Es un hecho que una gran cantidad de residentes y visitantes han pasado por este punto, reconociendo el Parque de la Música y diagonal a este escenario, a la izquierda de la vía, la fachada en ruinas de la última casa del centro, antes de entrar al barrio El Libertador. ¿Quién no se ha fijado alguna vez en esta fachada?
La Casa De La Pava
Remontándonos a esos más de 60 años en la historia de Ibagué, cuando el Concejo municipal expidió dicho acuerdo cultural, esta casa, la que hoy está en ruinas, se encontraba dentro de los planes para los proyectos de la Administración local, y desde aquel entonces, sus propietarios han contemplado la enajenación de su predio por parte del Municipio.
Leonor De La Pava Arellano, es una de las herederas de este bien inmueble, tiene 83 años, de los cuales habitó muchos en esta casa, ella recuerda con mucha nostalgia la belleza arquitectónica que poseía este lugar y con gran dolor observa el destino impensado del que fue víctima esta edificación.
“Yo soy la menor de 15 hermanos y también soy la única que queda. Todos mis hermanos, los 14, ya murieron. Imaginate que yo nací allá, empezando por ahí, tengo los más bellos recuerdos de este hogar, del que yo fui la consentida, tanto de mis papás como de mis hermanos… Para mí, fue una casa muy bonita y ver el estado al que quedó reducida, es motivo de una profunda tristeza”, manifestó la señora De La Pava.
Ella sostiene que desde la época en que el Municipio se interesó por el sector donde se ubica la casa, han sido varios los proyectos que se han planteado para el uso de este suelo; la ampliación de la avenida Primera, la creación de un mirador y más recientemente, la construcción de una estación de cable aéreo que conectaría al centro de la ciudad con los barrios del sur, han sido algunas de las ideas planteadas, sin que hasta la fecha haya sido concretada ninguna.
“Yo me acuerdo que mi papá sufrió mucho con eso, porque en un momento le dijeron que le iban a quitar la mitad del terreno para hacer la avenida y él quería mucho su casa, pero, fijate que mi papá ya hace 50 años murió y las cosas están igual, nada ha cambiado, todo se ha ido en proyectos que quedan plasmados en papel”, añadió De La Pava.
Con el paso de los años, esta propiedad se fue viniendo a menos, hasta el punto de llegar a hacerse ruinas, pero según lo indica la dueña (una de ocho sucesores), esta propiedad ha sido desde hace un buen tiempo, víctima de las malas administraciones locales, pero, hubo un punto clave de la historia que marcó el declive de la Casa De La Pava.
La memoria como valor patrimonial
La calle 10, conocida también como ‘La Calle Real’, ha sido de gran interés histórico y cultural para las administraciones locales. Actualmente dentro del POT se le cataloga como un área histórica y eje cultural, los espacios comprendidos alrededor de la plaza Simón Bolívar, del parque Murillo Toro y entre las calles 10 y 13, de igual manera el pasaje entre el Parque de la Música y el Museo Panóptico.
La Casa De La Pava, que se encuentra ubicada sobre la calle 10, muy cerca del Parque de la Música, en algún momento fue motivo de interés para el Municipio para la ejecución de proyectos culturales, sin embargo, su inclusión como patrimonio cultural nunca se dio.
Desde EL NUEVO DÍA, se pidió un concepto a la Secretaría de Cultura con respecto a la casa, su ubicación y su posible intervención, la entidad manifestó lo siguiente: “Si bien la casa posee características de especial valor en su arquitectura e historia. No se encuentra protegida por la normativa municipal, decreto 117 de 2018, y tampoco hace parte de los bienes de interés cultural del municipio”.
Aunado a esto, la cartera de Cultura precisó que la propiedad en cuestión pertenece a privados, y por consiguiente, la Administración municipal no puede invertir recursos en el mantenimiento del inmueble, por lo que cualquier intervención depende directamente de sus propietarios.
“Si este es un suelo de protección ambiental y de interés público, entonces, ¿por qué el Municipio no se hace responsable?, mi abuelo compró esa casa, ahí habitaron sus 15 hijos, fuimos 38 nietos los que vivimos y pasamos por esa casa, y ahora, no puede vivir nadie ahí, ni construir nadie, no puede hacerse nada por el peligro que representa el terreno”, expuso Ángela Tobar.
Los herederos de la casa señalan que han agotado cualquier cantidad de recursos para que les permitan realizar intervenciones o hacer uso de su suelo, pero hasta la fecha solo han recibido negativas gubernamentales, ellos dicen sentirse bloqueados por la normativa municipal, a tal punto, que entienden la demolición de la vivienda como una única solución posible a sus inconvenientes con la propiedad.
“Ahora solo queremos la demolición de la casa, pero ni eso hemos podido gestionar por ningún lado, hemos recurrido a varias entidades, pero se ‘tiran la pelota’ entre ellos y no resuelven ningún problema. Creemos que ya no hay más soluciones, solo la demolición pero ni eso nos dejan”, apostilló Leonor De La Pava.
Su hija, Ángela Tobar, asegura que el dolor que invade a su madre es muy grande, “dentro de los herederos, Leonor es la única hija sobreviviente. Ella llora, no duerme, tiene 83 años y me dice, ‘yo quiero morirme y dejar eso ahí para que por favor esta terrorífica herencia se acabe’. Que la casa esté así, no es producto de la desidia nuestra, es debido al cierre total de las posibilidades”, explicó Tobar.
“La gente ve estas ruinas y cree que a nosotros no nos importa nada, pero no es así, esto es un patrimonio nuestro, algo que nos dejó mi papá y por lo que trabajó muchos años, es muy triste ver que ahora no hay nada… nada de nada, que todo está en polvo y escombros. Yo entiendo que todo se acaba en este mundo, pero no así, eso es lo que no puedo aceptar”, concluyó Leonor De La Pava Arellano.
Indigencia y percepción de inseguridad
Durante varios años la casa se ha visto afectada por problemas de invasión causadas por habitantes de calle, quienes de a poco fueron desvalijando la casa y acelerando el proceso de deterioro, básicamente llevándola a la ruina en la que se encuentra hoy, no obstante, la situación empeoró aún más.
Tres meses después del estudio diagnóstico, en mayo del presente año, el muro que había colapsado en el 2009, volvió a caer, dejando expuesto totalmente el interior de la edificación, y de paso a los vecinos que habitan al lado de la casa abandonada, los hermanos Idarraga.
“La casa está desocupada hace más de 13 años y desde entonces, nosotros nos hemos convertido en los vigilantes de esta, porque necesitamos cuidar esa propiedad para poder proteger la nuestra”, expuso Sandra Idarraga.
Ellos indican que la sensación de inseguridad es bastante grande, por eso han optado por permanecer de forma constante en su vivienda, ya que viven con el temor latente de que su casa pudiera ser invadida por las personas que merodean en el sector, como ocurrió en el predio colindante.
Según las declaraciones de un vecino del sector, el cual pidió reserva de su identidad, el Parque de la Música, se ha convertido en un foco drogadicción e inseguridad para el centro de la ciudad, pues no es solamente en los habitantes de calle en los que recae el tema de consumo de sustancias psicoactivas, sino en varios individuos que utilizan este espacio con dicho propósito.
“En el parque hay cámaras montadas y están apagadas hace más de 10 años, aquí, usted encuentra las drogas que quiera, prácticamente, el parque es tierra de nadie”, señaló el ciudadano, quien aseguró también, haber sido testigo de cómo los ladrones aprovechan la soledad del lugar en ciertas horas y les quitan sus pertenencias a algunas personas.
Varios habitantes de calle han encontrado en los linderos de la casa en ruinas, y en el predio mismo, la posibilidad de refugio, “para ellos, dormir ahí es un alivio, pero indudablemente es un grave problema social, que se aumenta con las denuncias de microtráfico, que exponen algunos de los vecinos, se presenta en la parte de atrás del solar de la casa”, dice Ángela Tobar.
Ella hace un fuerte cuestionamiento referente a la presencia de ‘indigentes’ en las ruinas de la casa, “¿qué pasaría si uno de estos muros se desploma sobre una de las personas que ocupan la casa?, ¿sobre quién recae la responsabilidad, sobre la Administración o sobre nosotros?”, pregunta Tobar.
Cabe resaltar que el pasado mes de agosto, un ciudadano en situación de calle, identificado como Ancizar, perdió la vida en el lote contiguo a la construcción en cuestión.
Cronología de una lenta agonía - parte I
En el año 2007 se dio inicio a la construcción de lo que se preveía, sería uno de los escenarios insignia para la comunidad ibaguereña, el Parque de la Música, pero al tiempo que la ciudad recibía esta noticia urbanística, las cosas empezaron a complicarse para la Casa De La Pava.
Luz Ángela Tobar, hija de Leonor De La Pava, señala que mientras se estaban adelantando las obras de construcción, debido a la inclinación del terreno, las aguas residuales de la obra, se dirigieron directamente hacia el predio, “el flujo constante de aguas provenientes de la construcción del parque, cayeron contra la pared de la casa y fueron ablandando los cimientos de la misma, la cual estaba fabricada en adobe”, manifestó Tobar.
Una vez se fue presentando este problema, los propietarios realizaron una solicitud de concepto ante la Gestora Urbana, sin embargo, la respuesta que obtuvieron no fue la que esperaban, ya que el dictamen de la entidad exoneró a la construcción de causar algún perjuicio a la vivienda, argumentando que la casa poseía una edificación adosada que posteriormente quedó expuesta al sol y al agua, fomentando el debilitamiento de una de sus paredes.
Finalmente el Parque de la Música fue inaugurado en el 2008, bajo la administración de Rubén Darío Rodriguez. Al año siguiente, en 2009, el muro de la casa que exponía debilitamiento, presentó una erosión de tal proporción, que desintegró su masa y terminó causando su colapso.
“Después de la caída del muro, ya la casa no se pudo habitar más. Entre la familia se reunieron fondos para poder levantar la pared, pero no fue una de ladrillo, se trató de continuar con el mismo tipo de construcción”, dijo Ángela Tobar.
Ese mismo año, la familia presentó una solicitud a la Administración municipal, con el ánimo de que se les fuera definida la situación con este predio. La Alcaldía les manifestó su intención de radicar un proyecto en conjunto con el Concejo, para transformar el espacio desde la carrera Primera entre calles 10 y 12, en un área para el desarrollo de zonas verdes.
De igual manera, poco tiempo después de esta noticia, se dio la aprobación a la Gestora Urbana para tramitar la compra de este bien inmueble, cuyo terreno ahora sería destinado a la construcción de un teleférico que serviría de complemento a la estructura del Parque de la Música. Fueron radicados los documentos para esta operación, pero al finalizar el periodo administrativo, la Alcaldía manifestó no contar con el presupuesto para esta operación.
Cronología de una lenta agonía - Parte II
En noviembre de 2014, tiempo en que la casa ya mostraba un notable deterioro, los propietarios, que para esa época se sentían seriamente perjudicados, recibieron una noticia que les cayó como un ‘baldado de agua fría’. La Administración municipal había retirado su intención de hacerse al predio, la Alcaldía cambió sus planes y a la vez los de la familia De La Pava.
Sin embargo, casi que de inmediato se les presentó a los dueños lo que sería una respuesta definitiva con respecto al destino de su propiedad. Una constructora entró en negociaciones con ellos y un par más de vecinos, para comprar sus terrenos con planes de edificar unas torres de apartamentos y locales comerciales.
Sandra Idarraga, vecina de la casa De La Pava, fue una de las personas que se beneficiaría con la compra de estos terrenos, “nosotros tuvimos la posibilidad de hacer una negociación con una constructora, alcanzamos a firmar una promesa de compraventa, pero cuando la constructora se acercó a Planeación municipal, les dijeron que no, que debido a las modificaciones en el POT, se había clasificado a la zona como de riesgo”, explicó Sandra.
Para el año 2018, la familia De La Pava realizó la solicitud a la Secretaría de Planeación para que les fuera emitido un concepto sobre la propiedad en cuestión, para proceder a la exoneración del impuesto predial.
La respuesta de la entidad, fue que el predio se encontraba localizado dentro de una zona de riesgo y requería de estudios de detalle conforme al decreto 1807 de 2014, que permitirían categorizar el riesgo y definir así, la viabilidad del desarrollo del predio.
Hasta tanto, no fueran desarrollados estos estudios, el predio seguiría siendo identificado como suelo de protección en conformidad por lo estipulado en el decreto 0823 de 2014, por lo tanto no se permite en este terreno ningún tipo de construcción.
Por su parte, con respecto a este tema, Luz Ángela Tobar dijo lo siguiente: “Este predio y los de los vecinos, no los compran, ni los venden, ya que la Administración catalogó la zona como suelo de protección ambiental, de interés público y con alto riesgo de remoción en masa”.
Con la clasificación que se le ha dado a la zona, los propietarios y residentes del sector, no pueden adelantar procesos de construcción, tampoco pueden arrendar sus predios, pues no les permiten el uso del suelo y mucho menos pueden vender. Ellos manifiestan sentirse maniatados por la normativa local.
La búsqueda por un concepto distinto
Ángela Tobar, menciona que las situaciones que han rodeado a la casa desde el año 2007, han representado un desgaste para la salud física y mental de su madre, por esto, han intentado recurrir a otros mecanismos que les permitan dar un feliz término a las problemáticas suscitadas con la casa.
“Existe un estudio que mi mamá pagó para que pudiéramos tener una certeza de las condiciones del terreno, para que nos dijeran si se podía mitigar el alto riesgo, que han dicho que hay allí. Nosotros, los descendientes, queremos hacer algo para acabar con esta situación, pues sentimos un dolor profundo y que estamos deshonrando la memoria de nuestros abuelos, nuestra raíz”, aseguró Tobar.
El estudio se denominó ‘Diagnóstico de la amenaza por remoción en masa del lote localizado en la carrera Primera, N° 10-30 en la ciudad de Ibagué’, y fue llevado a cabo por el Ingeniero Civil, Juan Carlos Rodríguez Mendoza.
El 12 de febrero de 2022 se realizó la visita de campo, cuyo objetivo consistió en identificar las condiciones actuales del lote y contrarrestarlas con la clasificación presentada por el POT de Ibagué.
Este estudio concluyó que, debido a que actualmente la construcción en su fachada se encuentra en estado de abandono, se facilitó el desarrollo de múltiples patologías en la estructura, las cuales se hacen evidentes en sus muros, además de, agrietamientos, fracturamientos de elementos estructurales, desplome y vandalismo.
Con respecto a la pendiente del terreno, se determinó que el área que actualmente se encuentra construída, se clasifica como plana, ya que posee pendientes inferiores al 10%. En la parte posterior de la estructura existente, se encontró un área con vegetación abundante y cuya pendiente del terreno supera el 30% de inclinación.
En la visita no se identificaron grietas de tracción (grietas en la masa del suelo por efectos de esfuerzos), sin embargo, se señaló el agrietamiento vertical del muro de cerramiento, el cual se podría asociar a potenciales deslizamientos de la masa del suelo.
En este estudio se sostuvo la posibilidad de reevaluar la calificación de amenaza por remoción en masa a partir de un estudio detalle y posteriormente la construcción de las obras que resulten necesarias para garantizar la estabilidad de la ladera.
Por cuestiones de seguridad del equipo de diagnóstico, se decidió no acceder a la parte posterior de la zona, debido a que esta estaba siendo ocupada por ciudadanos en condición de calle y utilizada para el consumo de sustancias psicoactivas.
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