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Hoy el desasosiego es mayor, porque los niveles de irracionalidad y confrontación se han profundizado. Esta Corporación hace un nuevo llamado a los ciudadanos de todos los sectores políticos, sociales, económicos y culturales para rescatar la cordura y manejar bien las inmensas ventajas de una sociedad plural, haciendo aproximaciones desde la diferencia. No tiene sentido profundizar las distancias y fracturar los lazos que nos unen, sobre todo, cuando vivimos una problemática tan aguda como la que afecta a nuestra sociedad colombiana.
La Academia Colombiana de Jurisprudencia ha reiterado en sus trabajos internos y en sus declaraciones públicas que, así como las sociedades necesitan acuerdos para hacerse, también los necesitan para no deshacerse. Las sociedades se hacen cuando miran hacia el porvenir con sentido constructivo. Se deshacen cuando miran al pasado y deciden privilegiar la confrontación sobre el entendimiento. La democracia ya no es una lucha de ideologías sino una coincidencia de diálogos que es necesario enriquecer todos los días, para garantizar la concordia en la diversidad. Esa es la base de la democracia constitucional que legitima al Estado de Derecho. Una y otro están por encima de las propuestas que puedan perturbar el ejercicio político en el país.
Colombia necesita hacer efectivo el equilibrio entre la libertad y el orden de su lema patrio, porque el exceso de aquella degenera en anarquía y el de éste degenera en despotismo. Pero tal equilibrio solo es posible si se privilegian el derecho sobre las vías de hecho, el discernimiento sobre la temeridad, el diálogo con el otro sobre la conversación de cada quien consigo mismo.
Más allá de sus fallas, las instituciones colombianas han garantizado una estabilidad republicana que logró hacer de su democracia, la más estable de la región. Los titulares de cada una de las ramas del poder público y de los organismos autónomos, de los partidos políticos y de las organizaciones sociales, de los medios de comunicación y de las redes virtuales, son responsables de que el país no pierda la ruta que le permita superar sus conflictos a base de una relación civilizada. Si se asume la política como sustituto de la guerra y el derecho como garantía de sana convivencia, es fácil entender que la democracia se tramita a partir de disensos, pero la gobernanza solo se gestiona en función de construir consensos. La gobernanza es un problema de todos. Esta ha de ser también la consigna de la sociedad civil, para que ejerza su función ciudadana y emplee su fuerza moral en contribuir a que el país supere la polarización y le apueste a la armonía social.
La presente declaración fue aprobada en la sesión plenaria por la corporación el día 26 junio de 2023, en la ciudad de Bogotá.
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