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Aunque realmente no ocurre, y todos “tan campantes como Johnnie Walker”, el sentido del deber o la conciencia de dirigentes, académicos y pensadores tolimenses tendría que sufrir continua presión por este cuestionamiento intrínseco: ¿Por qué el Tolima no avanza? Ciertos sofistas alegan que sí progresamos y para demostrarlo muestran excepciones o pequeñeces, sin importarles un pepino que así engañan la esperanza del paisanaje. Ante tan vieja inercia, siempre esquivada y nunca desmentida, desde hace muchos años he insistido en un camino que creo puede llevar a la incluyente prosperidad y bienestar de los tolimenses, de hoy y de mañana; pero dada la poca fortuna de mi porfía y por no ser resignado, no “tiraré la toalla” e insistiré en ese camino posible, pero obstruido por la egolatría, la codicia y la majadería.
Ya han transcurrido cinco años desde la formulación de la “Visión Tolima 2050” y veinte años desde su primera edición, la “Visión 2025”, y los efectos de esos ejercicios prospectivos han sido más atraso e incertidumbre. Tal vez pronto anuncien la “Visión Tolima 2075 o 2100” y, desde ya es pronosticable que de no causarse un quiebre histórico, en esos tiempos remotos muchos de nuestros bisnietos, que no emigraron, estarán padeciendo afugias en una región física y éticamente bárbara. Pero recuérdese también que en el Tolima la futurología es pan de cada día: recurrente y falsa en la “política”; pragmática y corta en lo gremial; ni pertinente ni antropocéntrica en la academia; lisonjera en discursos de tecnócratas y gurúes foráneos invitados a mostrar vías incorrectas porque nosotros no queremos reconocer la vía correcta.
Si dirigentes, academia y pensadores tolimenses, antes de plantear su prospectiva funcional o pragmática, optaran por inquirir sobre el por qué el Tolima no progresa, podrían comenzar por buscar razones por las cuales esa prospectiva, en principio no objetable, siempre resultó fallida. Como la visión pragmática que suelen exponer, aunque incompleta, es relativamente pertinente y perfectible, entonces las causas de su fracaso no están en la visión en sí misma, están en la omisión de fundamentos cualitativos que las harían viables y por ello realizables, asunto siempre evadido porque la mayoría de esas visiones se originan en las fuentes de las causas y obstáculos, ya se explicará, que por décadas paralizaron el progreso del Tolima.
Desde una perspectiva alternativa, a modo de ensayo y en algunas pocas entregas parciales, que el amable y deferente lector de mis artículos podría acopiar para luego hacer lectura de conjunto, sucintamente bosquejaré cuatro fundamentos capitales, a mi juicio insoslayables (otros podrían surgir de un gran diálogo tolimense aún no convocado) para que la visión del futuro tolimense, basada en el pragmatismo cualificado, mejorada y, en ejercicio incluyente, consultada y aprobada de consuno por los diferentes sectores sociales, educativos, políticos y económicos, se convierta en faro de realizaciones simbióticas, sinérgicas y convergentes que causarían el obligado y diferido quiebre histórico para transformar al Tolima. Continua…
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