Crisis arrocera, llamado a la clase política regional

Andrés Forero

Después de una semana de protestas y bloqueos sobre las principales vías de al menos cinco departamentos del país, dos  senadores, uno de ellos tolimense (Miguel Ángel  Barreto) y otro foráneo (Miguel Uribe) anunciaron citaciones a debates de control político  a  los ministerios y entidades del gobierno nacional involucrados con la crisis que afronta el sector arrocero en Colombia.
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Quizá la mejor excusa para disimular el silencio conveniente de algunos de nuestros dirigentes y bancadas completas en la cámara baja, está en que sus esfuerzos  se concentraron todos en el segundo debate a la reforma a la salud que finalmente  consiguió los votos necesarios para continuar su trámite en el legislativo.

Sin embargo, el panorama amerita toda la atención de quienes acompañados por el favor popular alcanzaron la votación necesaria para  obtener uno de los escaños en el legislativo.

Esa representatividad dada por los tolimenses hace imperativo que la clase dirigente regional se manifieste en bloque, no en defensa de las industrias molineras, con una alta cuota de responsabilidad en lo que ahora ocurre, pero sí para alzar la voz por los pequeños productores, cuyos costos en cada cosecha han venido aumentando, mientras el precio que se les paga por el producto de su esfuerzo en el arado se desploma.

Claro que es un deber de senadores y representantes a la cámara por el Tolima ponerse del lado del campesinado y hacer que sus justos reclamos lleguen hasta donde se deben generar soluciones.

Si el capitolio nacional no es el lugar para tramitar las demandas de los ciudadanos frente al Estado, entonces, el modelo democrático o en quienes confiamos esa delegación están fallando.

Las realidades de hoy no admiten la ausencia acostumbrada de quienes escasamente encienden su micrófono para  atender el llamado a lista, pues lo que está en juego son  más de 400 mil puestos de trabajo y la economía misma de miles de agricultores, en un sector que por tradición ha sido motor del desarrollo del departamento.

A este gobierno que tanto le gusta la protesta social y que hoy trata de bajarle el perfil al paro de los arroceros, también le llegó la hora de dejar de lado la retórica acostumbrada y asumir con hechos las problemáticas del momento sin más dilaciones.

Qué curioso que entidades como la Superintendencia de Industria y Comercio, tan hábil para ordenar procedimientos que por poco rayan con la ilegalidad, en otros ámbitos, hoy no haya actuado para siquiera examinar los reclamos frente a lo que configuraría, presuntamente, un abuso de posición dominante de la industria molinera.

Resulta una absoluta paradoja que el presidente Petro  unas semanas atrás haya anunciado desde Chicoral,  el denominado Pacto por la Tierra y la Vida y ahora, allí mismo los tractores y las combinadas estén al lado del camino presionando por atención y medidas de fondo.

Pero aún más incomprensible es que el Jefe de Gobierno que trata con tanta comprensión y tolerancia a quienes actúan desde la ilegalidad se haya negado a atender el diálogo directo con un movimiento arrocero digno en el Palacio Presidencial y escasamente se haya delegado en un viceministro el manejo de la huelga.

Señores congresistas, el ejercicio de sus dignidades no se limita a vociferar frente a las cámaras para dejar el registro y posar como defensores de la causa de los agricultores, mucho menos a lanzar un trino escueto, es preciso hacer valer las credenciales para con tono de exigencia pedir al Alto Gobierno seriedad frente a las demandas.

Cada día de paro y cierres viales traduce traumatismos y millones en pérdidas para otros renglones económicos.

Sabemos que cuesta deponer sus intereses particulares, pero es menester ponerse de lado de esos mismos a quienes en época electoral sin demoras, ni excusas visitan afanosamente en los territorios.

Andrés Forero

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