La Minga, trabajo comunitario en favor de la comunidad, solo ha servido para fortalecer el espíritu colonialista de quienes hicieron su capital social, político y económico con la sangre de los indígenas, no para visualizar sus problemas que en el Putumayo se crecieron con la llegada de los capuchinos que llegaron al valle de Sibundoy, tierras compradas por ellos a la corona y al general Rafael Guzmán, supuestamente a evangelizarlos y civilizarlos. Despojaron a los nativos de la mitad de su tierra, montaron cuatro haciendas con más de mil reses y cultivos obligando a los nativos a trabajar gratis. Impusieron una pedagogía del miedo, el cepo, la flagelación, el “látigo sagrado que purifica las almas, destruyeron su cultura los obligaron a abandonar sus creencias y sus propiedades. Los que huyeron dejaron el espacio para la colonización que supuestamente llevaría progreso al Putumayo.
No falta, como es normal, los que consideran que los indígenas no tienen razón en defender sus derechos. Mauricio Botero, miembro del consejo del Instituto de Ciencia Política que ataca a los indígenas dizque porque tienen tierra y son terratenientes. Al parecer, no sabe como funcionan las comunidades indígenas. Otro ejemplo es Alvarito Lloreda, quien afirma que “ser indígena no le da derecho a nadie a estar por encima de la ley… los indígenas del país hacen lo que les viene en gana y nada pasa”.
Otro ejemplo lo da Miguelito Gómez Martínez, sobrino de los primeros despojadores de tierras de la reserva Galilea, se siente pavo real con su “propongo una minga a empresarios y sector productivo del país. Pidamos que la ley tributaria no aplique en nuestros negocios, …Equivalente a estas peticiones es lo que los indígenas de la minga del Cauca…están pidiendo”. Pan de Mija lo escuchó y por entrega inmediata le mando un plátano cachaco.
Desafortunadamente sobran periodistas que pontifican sobre tema sin tomarse el trabajo de averiguar lo que significa. Entran en moda de la coprofagia contra los indígenas sin espera que Pan de Mija les mande cachacos de Purificación.
Es oportuno recordar a Manuel Quintín Lame quien huyendo del Cauca, tiempo después de ser golpeado por el Anarko, abuelo de la paloma cuando estaba amarrado, llegó al Tolima a liderar la defensa de los indígenas, organizó varios cabildos en el Sur y pasó sus últimos días en Ortega, un pueblo en esos días dominado por tinterillos especializados en legalizar el despojo de tierras a los indígenas. Despojo que continúa.
Ñapa: “Sigan dándole largas a estos desadaptados que usan su indigenismo como escudo para el terrorismo. Pura inversión revolucionaria en acción.” (María Fernanda Cabal).
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