Amanecerá y veremos

Jaime Eduardo Reyes

La prevención de desastres y la gestión del riesgo es un tema que no da más espera, a medida que pasan los días el peligro crece -la naturaleza nos está pasando la cuenta de cobro por todas nuestras faltas contra ella-, si no actuamos rápidamente el sufrimiento será inmenso. Estamos a tiempo de salvar vidas humanas, no dejemos que la negligencia y la indiferencia nos invada.

La tragedia de Mocoa nos recuerda una vez más lo frágiles que somos los seres humanos frente a la fuerza de la naturaleza, en particular, en el Tolima las imágenes nos recordaron nuestras propias tragedias, no solamente la que vivimos en Armero y en otros sitios, sino la que vivimos hoy.

Existe una tendencia a creer que ese tipo de eventos nunca van a ocurrir cerca de nosotros, que tenemos una especie de escudo que nos protegerá de cualquier peligro, pero la verdad es que esto no es así, somos extremadamente susceptibles a una tragedia.

Nuestra mayor debilidad es no prepararnos para un fenómeno de este tipo, creemos que con solo advertir lo que puede ocurrir ya se resolvió el tema, las autoridades no lideran de manera permanente procesos de gestión de riesgo, ni tampoco se diseñan los planes necesarios ni mucho menos se disponen de los suficientes recursos. La excusa siempre es la restricción presupuestal frente a las altas demandas de bienes públicos.

En nuestro departamento sabemos de grandes riesgos que podrían traernos incalculables tragedias. ¿cómo identificarlos con absoluta claridad? El Estado ya fijó la obligación de actualizar los Esquemas y Planes de Ordenamiento Territorial para los municipios particularmente en su componente de amenaza y riesgo. A la fecha muy pocos han hecho la tarea. Los costos de hacerlo son casi inalcanzables para las finanzas municipales. Y qué hablar de lo que valdría ejecutar las acciones de un plan de mitigación y gestión de riesgo. Muchos alcaldes han preferido dejarles el problema a sus sucesores, y así va pasando el tiempo.

En nuestro departamento sabemos de primera mano que hay algunos municipios que deben ser revisados con prioridad. Cajamarca, Herveo, Murillo, Ibagué, entre otros, permanentemente están anunciando posibles tragedias. Existen además en casi todos los municipios de la cordillera central sitios que debido a inundaciones, deslizamientos y remociones en masa están advertidos.

Al analizar este tema la verdad se nota que tenemos un alto grado de incapacidad y poca maniobrabilidad. Si revisamos los equipos dispuestos en las administraciones municipales para atender posibles calamidades nos damos cuenta que nuestro sistema de atención de emergencias es precario, eso sí, lleno de un inmenso espíritu de colaboración y entrega de quienes pertenecen a la Cruz Roja, la Defensa Civil, los cuerpos de bomberos.

Pero si revisamos el presupuesto asignado por las administraciones públicas, tanto locales como nacional, podemos inferir el poco peso específico que se le da a la prevención y a la gestión del riesgo. Es hora de que esto cambie ¿será que lo ocurrido la semana pasada es suficiente para cambiar el chip?

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