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Islandia ha activado el estado de emergencia ante la preocupante actividad sísmica que ha sacudido el suroeste de la península de Reykjanes, generando temores de una inminente erupción volcánica. Esta región, cercana a la capital Reikiavik, es conocida por ser una de las más activas geológicamente en el país nórdico.
El viernes, 10 de noviembre, la ciudad de Grindavik, hogar de aproximadamente 4,000 habitantes, fue evacuada ante la posibilidad de una erupción volcánica, según informaron las autoridades de protección civil. La decisión se tomó tras una serie de fuertes terremotos que activaron las alarmas en la región.
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Islandia declaró oficialmente el estado de emergencia, ya que la actividad sísmica aumentó y se observaron indicios de magma ascendiendo hacia la corteza terrestre entre Sundhnjukagigar y Grindavik. Aunque inicialmente se esperaba que una erupción ocurriera en varios días, las condiciones cambiaron, y el riesgo se aceleró, llevando a la evacuación inmediata.
Todos, en alerta máxima
Los servicios meteorológicos islandeses habían detectado la acumulación de magma a unos cinco kilómetros de profundidad bajo la superficie terrestre. Sin embargo, la situación se volvió más urgente cuando se observó que el magma se acercaba a la superficie, sugiriendo una posible erupción en un plazo más corto.
La ciudad de Grindavik, ubicada a unos 40 kilómetros al suroeste de Reikiavik, se encuentra en proximidad al famoso balneario geotérmico Blue Lagoon, que cerró temporalmente a principios de semana como medida preventiva. Además, la ciudad está cerca de la central geotérmica de Svartsengi, vital para el suministro de electricidad y agua en la península de Reykjanes.
La región experimentó una intensa actividad sísmica, con 500 terremotos registrados entre las seis de la tarde del viernes y las seis de la mañana del sábado, incluyendo 14 de magnitud superior a 4.
La evacuación de Grindavik busca prevenir posibles tragedias y proteger a la población ante la amenaza inminente de una erupción volcánica. Las autoridades se mantienen en alerta, y los residentes aguardan con cautela mientras Islandia enfrenta la posibilidad de un nuevo episodio geológico en su intrincada historia volcánica.
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