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Según informes del Tribunal Forense St Pancras, el pequeño, identificado como Kazarie Dwaah-Lyder, había tragado la pieza 14 meses antes del fatídico desenlace, pero los exámenes médicos iniciales no detectaron el objeto y fue enviado a casa.
A pesar de los esfuerzos de sus padres por buscar ayuda médica, los resultados negativos en las radiografías llevadas a cabo en ese momento no revelaron la presencia del objeto en su cuerpo, ya que este no era detectable por ser de material plástico y no metálico. Trágicamente, 14 meses después del incidente, el niño comenzó a sentir malestar y fue llevado nuevamente a un centro médico, donde lamentablemente falleció debido a una hemorragia gastrointestinal superior y un shock hemorrágico, causados por el desgarro que provocó el objeto en su interior, extendiéndose hasta la aorta.
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La familia de Kazarie lo describió como un niño increíblemente inteligente, divertido y cariñoso. En medio de su dolor, han organizado una colecta de fondos para su funeral y expresaron su gratitud por el apoyo recibido en las redes sociales: "Tocó el corazón de muchos y queremos darle la despedida que se merece".
Tras una exhaustiva investigación, la justicia determinó que la muerte del niño fue accidental. Sin embargo, la forense Mary Hassell emitió una advertencia para prevenir futuras tragedias similares, instando a una mayor atención médica y conciencia sobre los riesgos asociados con objetos pequeños y juguetes.
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