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Me preocupaba pensar que sin la protección del monopolio, tendrían que competir con empresas privadas, muchas de ellas con mayores niveles de tecnificación, innovación y capacidad de distribución. Sin embargo, después de un par de debates entendí que más que una crisis, esta es una oportunidad única para transformar la Fábrica de Licores del Tolima (FLT) en una empresa realmente competitiva, eficiente y con visión de futuro.
Hasta ahora, muchas fábricas de licores han estado más sujetas a las dinámicas políticas que a una verdadera estrategia empresarial. Esto ha limitado su capacidad de modernización, diversificación y expansión de mercados. Pero en este nuevo escenario, donde el consumidor tiene más opciones y la competencia es real, no hay espacio para la improvisación. O se lidera con un enfoque empresarial claro, o se corre el riesgo de desaparecer.
No olvidemos que la FLT tiene un activo valioso: una marca con reconocimiento, un producto que hace parte de la identidad cultural del Tolima y una distribución ya establecida. Pero si quiere mantenerse en el mercado y crecer, necesita evolucionar en algunos frentes. Por ejemplo, debe seguir diversificando la oferta; no basta con tener un aguardiente tradicional, hay que desarrollar productos con nuevos sabores, presentaciones y características que respondan a las tendencias del mercado, como lo hizo la administración anterior con la edición Oro y Rosado. Además, debe apostar por bebidas premium, ediciones especiales y explorar nuevas categorías de licores.
El liderazgo de la fábrica debe dejar de estar ligado a los vaivenes políticos y adoptar una estructura de gerencia más técnica, con una visión de largo plazo y decisiones basadas en datos. Un modelo empresarial eficiente permitirá reducir costos, mejorar la distribución y aumentar la rentabilidad. También necesita una estrategia comercial agresiva, que no solo posicione el producto en otras regiones, sino que lo venda como un símbolo del Tolima.
Este es el momento para que el país entero tome Tapa Roja, y ahí los tolimenses que viven en otras ciudades juegan un papel clave. Ellos pueden convertirse en los mejores embajadores de la marca, promoviendo su consumo y ayudando a posicionarlo. La diáspora tolimense debe ser parte de la estrategia, no solo como consumidores, sino como aliados en la expansión del aguardiente insignia del departamento. Vamos a mostrarle al Colombia que el aguardientes es más valiente y leal.
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