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Así entonces el intelectualismo, que ni siente, ni entiende, ni piensa al Tolima o intelectualidad inorgánica en mirada gramsciana, impide que la academia, los investigadores y los pensadores generen legítimo pensamiento regional. Oportuno y necesario es entonces reiterar que el Tolima no es un territorio pobre sino empobrecido por una anacrónica y enquistada manera de pensar
Si la identidad, los paradigmas, el sentir y los referentes que deberían informan e estimular la teoría sobre desarrollo siguen siendo avasalladas por el obtuso pragmatismo y la ausencia de pertinencia, casi imposible será que los tolimense podamos trazar una nueva perspectiva de futuro fundamentada en sus recursos y potencialidades endógenas y, al contrario, lo más probable es que sigamos sacrificando o declinando posibilidades y oportunidades ciertas de prosperidad y plena realización para nuestra juventud a efectos de que la politiquería criolla y la plutocracia económica, con la complicidad de esa intelectualidad inorgánica, conserven sus dañinas hegemonías y sus franquicias para explotar nuestros recursos y oportunidades y así obtener beneficios leoninos en perjuicio de la inclusión económica de los tolimenses y por ello con, palabrería falaz, siempre impedirán que el Tolima sea una región de dueños.
El siempre diferido progreso tolimense empezaría a hacerse realidad cuando, en correlación simbiótica, las ciencias sociales y las ciencias económicas se enriquezcan con pensamiento regionalista para así generar grandes cambios paradigmáticos y culturales que posibiliten la implosión del espíritu identitario y protagónico de región y de ideas fuerza que, compartidas y sentidas por la sociedad civil y la economía diversa, prohijarán la unión de voluntades para alcanzar la prosperidad tolimense. Porque le han rehuido, recordémosle a quienes se ocupan de conceptualizar y diseñar la hoja de ruta hacia el futuro regional, que su trabajo será inútil mientras no reconozcan y enfrenten las causas de esa vieja mentalidad que impide construir una identitaria, autonómica, reflexiva e integral visión estratégica de desarrollo tolimense.
Dicho lo dicho, entonces el atraso del Tolima no lo causa la falta de talento y sí la extendida mentalidad medieval y conservadurista que impide aquilatar el talento con fundamentos regionalistas. En algún escrito decía que en el Tolima no había progresismo, tesis que reitero arguyendo que, a quienes causan y se lucran del atraso y quienes dicen ser progresistas, los cobija la misma lógica y, por ello, “la política” siempre será pequeña y cositera (remendona o reformista) y jamás una fuerza trasformadora para construir modernidad y prosperidad.
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