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Antropología, historia, demografía, sociología, sicología social, derecho, entre otras ciencias sociales, se relegan o usan solo como escudo teórico o moral para mostrar acciones o planes paliativos o asistencialistas que exhiben como responsabilidad social y ambiental; la política es sin duda la ciencia social más dinámica, tal vez por ser la más “rentable”, pero sin respeto ni coherencia con su profundo significado y tipificada por un impudor progresivo bautizado como politiquería. Excluir las ciencias sociales de la construcción prospectiva es craso error que a los tolimenses nos ha llevado a ser quejosos de tanta ineficiencia, dejadez, corrupción, desempleo, inseguridad y más problemas sociales, pero sin capacidad de reflexión metódica acerca del porqué de ese acumulado de desafueros y el cómo propiciar el esfuerzo colectivo para reconstruir con creces lo destruido y encauzar al Tolima hacia un estadio de progreso.
Ningunear las ciencias sociales en la discusión sobre el futuro atrofia la calidad de la opinión pública, la cohesión social y la eficacia de las soluciones y hace del fatalismo, la desconfianza y el individualismo una idiosincrasia antípoda del espíritu cooperativo y futurista que haría posible que los actores sociales, unidos y hermanados por la identidad, dialoguen sobre un futuro digno para el Tolima y pacten cómo lograrlo. Las ciencias sociales, medidas con igual rasero de jerarquía de las ciencias económicas y bajo la premisa ideológica de construcción social de región, podrían revelar los porqués de tantos problemas y hacer posible imaginar, compartir y construir un estratégico y sistémico andamiaje progresista que corregiría el eje gravitacional de las inicuas realidades y produciría grandes marejadas de transformación.
La simbiosis de ciencias sociales y económicas cambiaría esas erróneas ideas o paradigmas hoy dominantes del desarrollo y desentrañaría razones para que la diversidad comunitaria, orientada por líderes sociales, económicos, ambientales, científicos, académicos, culturales, intelectuales y desde luego políticos, sabedores de que su misión es realmente histórica, se unan y así se conviertan en protagonistas conscientes y entusiastas de un liderazgo capaz de gestionar la modernidad y el progreso para las nuevas generaciones de tolimenses.
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