Cuando perdió, nadie dudó que era mujer; cuando ganó, le dijeron hombre

Columnista Invitado

En los últimos días, la boxeadora argelina Imane Khelif acaparó la atención mundial, no precisamente por su capacidad atlética.
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Tras derrotar a la italiana Angela Carini, quien abandonó el combate tras solo 46 segundos, Khelif enfrentó una acusación inusual para una deportista olímpica: ser un hombre.

Un aspecto clave es que las olimpiadas de París no son las primeras de Khelif. La atleta compitió también en Tokio, donde no obtuvo ninguna medalla. En ese momento, a nadie se le ocurrió decir que Khelif no era mujer.

Es decir, solo se desconfió de su feminidad cuando su fuerza y su destreza aumentaron y, como mujer argelina y musulmana, derrotó en tiempo récord a la italiana.

Esta situación es importante más allá de las olimpiadas porque muestra dos aspectos clave de muchas campañas políticas actuales basadas en la desinformación:

Primero, la creciente vigilancia de los cuerpos, la apariencia y las acciones de las mujeres. Segundo, una fuerte transfobia que utiliza argumentos de supuesta protección de las mujeres para atacar los derechos, la dignidad y la vida de las personas trans.

El caso de Khelif no solo nos muestra que el sexismo y la transfobia son dos caras de la misma moneda, sino que además señala las muchas consecuencias negativas que la transfobia tiene para todas las mujeres, no solo las trans.

Por ejemplo, cuando Imane era niña, su padre le prohibió boxear porque no era un deporte de mujeres; y ahora, que su familia y su país entero la apoyan, le quieren quitar su triunfo diciendo que es un hombre.

Es decir que Imane, como la mayoría de las mujeres cis y trans, no puede ganar ni siquiera cuando en efecto triunfa porque los estándares bajo los cuales se les juzga son imposibles de cumplir.

No nos dejemos engañar. La transfobia no protege a las mujeres, ni mucho menos apoya el deporte femenino. Amenaza a una de las poblaciones más vulnerables y refuerza los estereotipos que limitan la vida profesional, la expresión y la autonomía corporal de todas las mujeres.

Luchar contra la transfobia es luchar por unos juegos olímpicos y una sociedad mucho más libres, igualitarios y justos. Ojalá Imane gane también esa batalla.

 

Juliana Martínez

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