¿Qué hacer con el Eln?

Columnista Invitado

No podemos permitir que el ELN utilice la mesa de diálogo como una pantalla para seguir sembrando terror en las regiones. Las vidas de los colombianos no pueden usarse como una especie de peón en un juego interminable.
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El reciente atentado en Saravena, que golpeó una estación de policía y dejó una estela de dolor y miedo, reaviva la urgencia de finalizar las negociaciones de paz con el ELN. Este acto de terror no es solo un recordatorio de la violencia persistente, sino también un llamado a la acción para que el gobierno nacional y la guerrilla asuman la responsabilidad de cerrar este ciclo sangriento.

Colombia no puede seguir posponiendo el fin de una guerra que ha dejado heridas profundas en la sociedad. Los esfuerzos por dialogar con el ELN no pueden seguir perdiéndose en el tiempo. Cada día que pasa, sin un acuerdo definitivo, es un día en el que la vida de los colombianos sigue expuesta a la violencia irracional. Los atentados no solo buscan socavar la estabilidad del país, sino también poner en jaque la esperanza de paz que tantos años de esfuerzos han intentado construir.

El atentado en Saravena refleja que, mientras el conflicto siga abierto, cualquier avance hacia la paz será frágil. No obstante, esta fragilidad no debe ser excusa para abandonar las negociaciones. Al contrario, es un motivo para redoblar los esfuerzos. El gobierno debe dejar claro que la paz es una política de Estado, no una táctica de negociación. La violencia no puede ser una herramienta en la mesa de diálogos.

Sin embargo, la paciencia tiene un límite. Si las negociaciones no llegan pronto a un acuerdo concreto, será momento de considerar la cancelación definitiva del proceso. No podemos permitir que el ELN utilice la mesa de diálogo como una pantalla para seguir sembrando terror en las regiones. Las vidas de los colombianos no pueden usarse como una especie de peón en un juego interminable.

El país merece una respuesta clara: o se alcanza la paz, o se buscan nuevas vías para garantizar la seguridad y el bienestar de la nación.

Creemos que la única salida real para Colombia es la paz; debemos decirlo con firmeza.

No podemos seguir siendo rehenes de la violencia, ni permitir que actos de terror sigan desestabilizando a las regiones más vulnerables, especialmente aquellas ubicadas en la periferia.

Las negociaciones con el ELN no deben ser vistas como un simple trámite, sino como la oportunidad histórica de cerrar, de una vez por todas, uno de los capítulos más oscuros de nuestra historia.

 

Rodrigo Javier Parada

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