En el ejercicio de mi profesión como asesor y consultor en banca de fomento agropecuario, me toca ver muchos sueños y proyectos productivos truncados en varias zonas rurales del país por el ineficiente manejo de quienes operan el politizado sistema de financiamiento agrícola.
Les contaba en la pasada columna, como varios países de Latinoamérica y Europa lograron pegar el salto a una agricultura global competitiva y la conveniencia de copiar algunos de esos modelos de éxito en Colombia.
Las declaraciones de la designada ministra de Agricultura, Cecilia López Montaño y de Jhenifer Mojica, coordinadora del equipo de empalme del sector agropecuario, respecto al programa de redistribución de tierras, han suscitado todo tipo de especulaciones en medios de comunicación y gremios del sector agropecuario.
El presidente electo, Gustavo Petro, comenzó con pie derecho el camino que recorrerá durante los próximos cuatro años como presidente de la República de Colombia. En menos de una semana instaló los comités de empalme, organizó las bancadas en el congreso, logró un “Gran Acuerdo Nacional” con todas las fuerzas políticas, recibió el informe final de la Comisión de la Verdad y nombró a dos tigres en los ministerios que dan confianza y tranquilidad a los mercados externos y a los sectores financiero y empresarial del país. Dice un viejo dicho que “de acuerdo al desayuno, se sabe como será el almuerzo”. Lo que pase de aquí a un año, nos dirá como será la cena. Por ahora tenemos que ser optimistas y ayudar al nuevo gobierno a construir un mejor país.
A la hora de escribir esta columna debe estar entrando a Palacio de Nariño, el presidente electo Gustavo Petro, para reunirse con el saliente presidente Iván Duque, con el fin de acordar los temas de transición del gobierno.
Mañana domingo por la tarde sabremos quien será el próximo inquilino de la Casa de Nariño. Todas las encuestas y sondeos, dan por ganador al ingeniero Rodolfo Hernández.
La semana pasada estuve en Valledupar y me sorprendió muchísimo el tremendo caos en la movilidad, la proliferación de negocios informales y la impresionante inseguridad que tiene azotada a sus habitantes.
Estimado ingeniero Hernández. En verdad no tenía en mi mente redactarle esta misiva, pero una entrevista suya en un medio de comunicación y el anuncio de un acuerdo con la derrotada “Coalición Centro Esperanza” me motivaron a escribirle, a riesgo de que, lo que voy a expresarle le parezca obvio o le pueda parecer producto de una apreciación errada de mi parte.
En mayo y octubre del año pasado sugerí al Gobierno nacional, a través de estas columnas de opinión, activar un programa de inversión pública para incentivar la producción de alimentos de la canasta básica familiar con el fin de afrontar la crisis global alimentaria debilitada por el Covid -19, el cambio climático, los altos precios de los commodities minero - energético y una guerra entre Rusia y Ucrania, que nos tomó por sorpresa.