La tormenta perfecta

Guillermo Pérez Flórez

Trump acaba de ponerle una mascarilla de oxígeno a Maduro. El anuncio de una posible intervención militar es justo lo que en Miraflores necesitan para atornillarse en el poder. La era Bush encumbró a Chávez, la de Obama lo eclipsó. Trump va a terminar por hacer de Maduro un líder y le va a reforzar el discurso nacionalista y antiimperialista. Además, destroza la oposición, la transforma en lacaya y traidora.

¿Es probable una acción militar norteamericana en la tierra de Bolívar? No lo creo. No al menos de manera directa. Suministrarán dinero, logística y armas a grupos milicianos; sabotearán la ya maltrecha economía; utilizarán guerra informática; respaldarán a la oposición (aunque la opción militar la debilita y la dividirá más de lo que está); y arreciarán en la ofensiva diplomática. En pocas palabras: combinarán todas las formas de lucha. Es un libreto ampliamente conocido y practicado por la CIA. Lo describe magistralmente Tim Weiner en su libro Legado de Cenizas, por el cual obtuvo un premio Pulitzer. Como ya lo he expresado en otras oportunidades, la idea no es tumbar a Maduro. No. El objetivo (aunque parezca ficción) es que Venezuela se hunda en una crisis prolongada como la de Siria. Ese es el negocio. De esa manera nadie en América Latina querrá votar por movimientos que sean de izquierda, o que tan siquiera huelan. Y el país con las mayores reservas de petróleo del mundo volverá a estar bajo su dominio.

El asunto es que en la práctica Venezuela solo tiene un vecino: Colombia. Guyana es un país muy menor, y Brasil uno muy mayor, protegido además por una frontera natural llamada Amazonas. Con Colombia en cambio tiene 2.219 kilómetros de frontera porosa, utilizada por mercaderes de armas, de combustible, de minerales y de drogas ilícitas. Arauca- Apure, Norte de Santander-Táchira y La Guajira y Cesar-Zulia, las primeras en Colombia y las otras en Venezuela, conforman regiones naturales atravesadas por centenares de trochas, controladas por paramilitares, guerrilleros y bandas de narcotraficantes. La tragedia humanitaria e inflacionaria que allí se desate le pegará a Colombia, principalmente. Es una irresponsabilidad atizar la hoguera en Venezuela so pretexto de defender la democracia y los derechos humanos, e incitar a los militares a dar golpes de Estado. Es mezquino y antipatriótico. El presidente Santos no debería dejarse arrastrar por esa peligrosa corriente. Como premio Nobel debería insistir en el diálogo, igual que el papa Francisco. En Venezuela, como lo afirma el expresidente Ernesto Samper en un artículo en El País (España), puede construirse una solución negociada. Aún es posible ahorrar vidas y sufrimiento.

La crisis venezolana y el crecimiento de los cultivos de coca en Colombia conforman una tormenta perfecta, útil para mantener un control político y militar en la región andina, demonizar a la izquierda y legitimar ante la opinión pública norteamericana las agresiones de Trump hacia América Latina. Si el objetivo oculto es frenar el avance de China yo diría que le están abriendo las puertas. ¿En quién sino en China y Rusia se apoyará Maduro?

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