¿Acaso a ti no te han discriminado?

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Mucho se habla de la no discriminación en todos los órdenes, pero lo que uno percibe es que se discrimina más de lo que se cree.

Hay una obsesión en la época contemporánea por las minorías, como si todos se sintieran culpables de su existencia. Se piensa con esfuerzo en los excluidos, los desplazados, los minusválidos, los homosexuales, y esa preocupación se dirige a establecer la utópica igualdad de oportunidades para todos, de tal suerte que nadie se sienta excluido por ningún motivo y quienes vivan el país lo hagan de manera igualitaria.

No es cierto. El mismo hecho de tratar de legislar para un grupo ya establece una discriminación, por tanto legal, como si no fuera más sencillo lograr que se cumpla la constitución y la ley, el ordenamiento jurídico, que para todos debe ser igual, sea la persona de diferente color, de grupo étnico minoritario o minusválido o no le guste el sexo opuesto, por la gracia de Dios.

En un país de desequilibrios tan marcados como el nuestro, es casi imposible lograr esa equidad, que sería lo más cercano a la sana convivencia y a la paz, que tanto se cacarea hoy en día.

Todos sabemos que el origen de los conflictos sociales, incluida la protesta subversiva, está en la desigualdad, en la que pocos tienen mucho y la mayoría no posee nada. Si ella se logra minimizar, estaríamos más cercanos a la armonía social.

En salud, por ejemplo, se han inventado las medicinas genéricas y las de marca, en una clara discriminación económica y social. Las genéricas son equivalentes, pero son más baratas y a ellas pueden acceder “hasta los más pobres”.

En política se han creado curules para las minorías, como si uno no supiera quiénes las manipulan.

En contribuciones al Estado sabemos que la gran mayoría de asalariados son los que dan, porque los grandes contribuyentes se las apañan para no pagar lo justo, amparados en las exenciones y en los privilegios.

¿Quién no ha sido discriminado en este país que inventa leyes para cualquier circunstancia que se presente? En esa maraña de disposiciones, artículos y parágrafos, sobre todo lo divino y lo humano, lo cierto es que la discriminación se nutre del egoísmo de quienes tienen el poder de legislar y lo hacen para su propio beneficio.

¿Qué pensionado no se siente vapuleado frente a los congresistas, magistrados y tantas otras indignidades, que quintuplican sus pensiones como les da la gana? ¿No es acaso discriminatorio que sólo ellos tengan beneficios sin cumplir los requisitos establecidos?

¿Y tú que eres zurdo? ¿Acaso a ti no te han discriminado? Vaya país el que nos ha tocado vivir. Y qué época.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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