La Semana Santa, tradicionalmente se dedica a la reflexión, enfocada esta, en general, al campo religioso. Pero no. El estado de pandemia y de aislamiento que hemos vivido nos ha llevado a pensar sobre muchos otros temas importantes y a esperar que no volvamos a la vieja normalidad. Como sociedad necesitamos un cambio, con menos desigualdad, más información, más conocimiento sobre los problemas regionales y mayores elementos para enfrentarlos.
El cambio comienza desde la vida cotidiana, desde la casa, el barrio, el trabajo, la actuación en los espacios públicos. Este se construye desde el hogar, pero es el colegio, como institución, el primero que debe pensar en una transformación acorde con las nuevas realidades. El Tolima requiere de rectores y profesores informados y convencidos del papel tan importante que ellos cumplen en la orientación de esta tarea que es urgente.
El sistema educativo inicial, básico y medio tendrá que avanzar con mayor rapidez en sus debates sobre la formación de las nuevas generaciones que el Tolima requiere. Necesitamos formar ciudadanos con conocimiento del concepto de comunidad, que significa trabajar con y por el otro para aprender a vivir juntos en medio de las diferencias. Requerimos comenzar a contar con nuevas generaciones equitativas, informadas, conciliadoras, no violentas.
Desde la casa y el colegio, los niños y jóvenes deben conocer la historia regional, aprender a entender y cuidar su entorno, a querer y defender su tierra tolimense. Desde pequeños deben ser expuestos a mecanismos para la formación en ciudadanía y la participación en organizaciones escolares, en su planificación y control. Los colegios deben ayudarlos a formarse como personas autónomas, emprendedoras y líderes de sus propias vidas; que entiendan que son los argumentos, y no la violencia, los que conducen a la solución de los problemas. Es el sistema educativo el que tiene a su cargo nada menos que esa gran responsabilidad.
Los colectivos y grupos de interés en los colegios ayudan a este propósito. A través de ellos se presentan y debaten propuestas estudiantiles y se construyen acuerdos en función del interés común y del bienestar de la institución. Desde esos espacios de participación se forman niños y jóvenes con actitudes y comportamientos éticos, políticos, pluralistas y solidarios, con conocimiento del cuidado de lo público, que es de todos. Ellos ayudan a construir liderazgos tan necesarios hoy en el Tolima.
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