Una investigación publicada en la revista científica Nature Medicina, que se conoció en los primeros días de este año, indica que se lograron notables avances en la lucha contra la tuberculosis.
El estudio, que fue llevado a cabo por un grupo de investigadores de diferentes países, analizó datos, entre 2002 y 2015, de más de 54 millones de brasileños, y reveló que el programa consiguió disminuir más de la mitad de los casos de tuberculosis en pueblos indígenas y aquellos que viven en la miseria. Anteriormente, se habían evidenciado los avances en reducción de pobreza y mejoramiento en educación, nutrición y oportunidades laborales.
El programa tiene como propósito ayudar a quienes viven en condición de pobreza extrema, y ampliar la cobertura en educación y salud. En 2015, llegaba a cerca de 14 millones de familias brasileñas (una cuarta parte de la población), con relativo bajo costo para el Estado, ya que representa solo el 0,45% del PIB.
La ayuda se entrega a familias cuyos ingresos son inferiores a 40 dólares al mes. Para escoger a los beneficiarios se tienen en cuenta varios criterios, entre ellos el Registro Único, que se realiza mediante entrevistas, de acuerdo con la información proporcionada por la madre, quien se compromete a decir la verdad.
Una vez efectuado el registro, cada familia recibe un Número de Identificación Social (NIS). Los beneficiarios utilizan una tarjeta que los identifica y pueden retirar los subsidios en entidades bancarias y otros puntos de fácil acceso.
Para obtener los subsidios, las familias adquieren compromisos. En materia de salud, los niños menores de siete años tienen que contar con todas las vacunas requeridas y los padres los deben llevar a controles de crecimiento y desarrollo. Así mismo, las mujeres embarazadas han de asistir a controles prenatales y a orientación sobre lactancia.
En lo que se refiere a educación, las familias con menores de 18 años deben enviarlos a la escuela y garantizar su asistencia. Los niños entre seis y quince años están en la obligación de asistir a por lo menos el 85% de las clases; en adolescentes de 16 y 17 años, la asistencia debe ser mínimo del 75%.
El incumplimiento de esas responsabilidades acarrea sanciones que van desde una advertencia, pasando por la suspensión, hasta la cancelación de los beneficios. Esto exige un permanente seguimiento y articulación entre los Ministerios de Salud, Educación y de Desarrollo Social y Combate al Hambre, los municipios y la entidad que se encarga de los pagos.
En Colombia el otorgamiento de beneficios se realiza por medio del Sisbén; sin embargo, aún no se consigue que el cruce de información sea eficiente para que no haya colados en el sistema; de manera que son muchas las familias que reciben subsidios que no necesitan y muchas en la miseria que no pueden acceder a ellos. Valdría la pena aprender del sistema brasileño.
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