Para los habitantes y comerciantes de Gualanday, la crisis económica de la población continúa en ascenso desde la apertura del viaducto y el Túnel ubicado en esta zona del Departamento. Lo que para muchos es un proyecto que permite el desarrollo nacional, para esta comunidad, de aproximadamente dos mil habitantes, se ha convertido en un rival con el que deben luchar diariamente para subsistir .
Así lo expresan los voceros de los comerciantes, los cuales, cansados de esperar un respuesta de qué pasará con ellos, decidieron buscar a EL NUEVO DÍA y dar a conocer su actual situación, que es expresada por medio de la angustia que sienten al no saber con certeza cómo sobrevivir, pues aseguran que el único negocio que han aprendido por décadas es la venta sobre la carretera.
“Gualanday es un caso especial, pues no tiene vida propia, ya que no hay agricultura, ni ganadería, ni minería, solo dos cerros de lado a lado, por eso pedimos al Gobierno una solución de tipo turístico o compensatorio”, asevera el comerciante Carlos Iván Quintero.
Su preocupación radica en que se sienten en aislamiento total y que desconocen los detalles de las siguientes construcciones, de las cuales saben que será una vía sentido Ibagué - Bogotá, porque así lo anunció el presidente Juan Manuel Santos en noviembre de 2014.
Para ellos, el mismo Estado se encarga de quitarles la vía, considerada su materia prima para trabajar y su sustento diario. “No nos oponemos al progreso, solo exigimos que nos incluyan en él”, explica uno de los voceros.
Realidad de Gualanday
Con la llegada del viaducto Bogotá - Ibagué, ahora existen unos cuantos restaurantes y algunas ventas de mango, manjares, quesillos y salpicón, los cuales tienen tendencia a desaparecer.
Para los habitantes, su crisis tiene un efecto en cadena, ya que con el cierre de los negocios, se acaban los empleos, lo que genera la pérdida de un ingreso económico y que desemboca en un conflicto familiar.
Lo que hace unos años se veía como una oportunidad de progreso con la implementación de un tercer carril en la zona, hoy lo ven como una promesa sin cumplir, “hace tres años, en reunión con Ezequiel Romero, gerente de la Concesionaria San Rafael, él se comprometió en que el tráfico seguiría igual, es decir de doble vía”, afirma Ismael Quintero, propietario del parador Punto Real.
Este es solo un vistazo del dairio vivir de una comunidad que pide ser escuchada.
Cuál son las solicitudes
Lo que quieren estos comerciantes es una reunión con las entidades relacionadas en la ejecución de los proyectos viales y que les expliquen por qué cambiaron el diseño que se había expuesto inicialmente, pues en este se presentaba una oportunidad de dinamismo e inclusión económica y la realidad es el cierre definitivo de negocios, desempleo masivo y deudas acumuladas en entidades bancarias y en las de servicios públicos.
Para ellos es necesario que les planteen soluciones reales antes de que se inicie la construcción del segundo proyecto, ya que en común acuerdo expresan que, si es necesario, realizarán protestas para ser escuchados.
También reiteran que se había acordado una reunión con la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI) en las primeras semanas de enero, y ya va un mes y aún no se lleva a cabo.
Para ellos, el progreso es necesario, pero ya están al borde de un colapso porque no tienen un futuro para ofrecer a sus familias.
“Personas inescrupulosas nos dijeron que iban a cerrar el viaducto un fin de semana, y todos nos pusimos a alistar productos para vender, en mi caso quesillos, y todo fue un rumor malintencionado y la inversión se perdió”, narra Ana Graciela González, propietaria de una fábrica de quesillos.
Comentarios