“La Botica”: la farmacia más antigua de Colombia está en Honda

Crédito: El Nuevo DíaAllí se encuentran frascos de medicinas importadas, agujas artesanales, entre otros objetos.
En el corazón de Honda se encuentra un tesoro histórico que guarda más de un siglo de relatos: la botica de Arturo Cerón, reconocida como la farmacia más antigua de Colombia. 
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Este lugar, que hoy funciona como un museo privado, conserva intacto el espíritu de los tiempos en que los medicamentos se fabricaban artesanalmente y las personas acudían con fe a buscar alivio para sus dolencias.

Actualmente, el museo es gestionado por Gregorio Socoló y Cristina Severín, un matrimonio que hace más de 27 años llegó a Honda y se enamoró de su riqueza patrimonial. Según Olga Ducuara, colaboradora del museo, "ellos supieron reconocer el valor histórico de este lugar, algo que incluso muchos habitantes locales desconocían". Desde su adquisición, los nuevos propietarios han trabajado en la conservación de este espacio, que incluye antiguas botellas de vidrio, frascos de porcelana y herramientas utilizadas para fabricar medicamentos.

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La farmacia fue fundada por Arturo Cerón, posteriormente gestionada por Manuel Cerón y cerrada durante varios años tras el fallecimiento de este último. Según Ducuara, en su época de esplendor, la botica no solo fabricaba medicamentos como el de la tos, la Kalmolina para el dolor de muelas y el permanganato para heridas, sino que también era un espacio de confianza para la comunidad. Una anécdota curiosa que recuerda Ducuara es sobre los purgantes que se preparaban en el lugar: “Las personas tomaban tanto de esos remedios que incluso al día siguiente regresaban agradecidos con el parásito en un frasco como evidencia de que sí funcionó”, recordó. 

Además de preservar objetos como los frascos originales y utensilios antiguos, el museo resguarda libros históricos y documentos que relatan parte de la historia de la botica. Sin embargo, no todo ha sido fácil: en el pasado, personas inescrupulosas ingresaron al lugar y robaron varias piezas valiosas de su colección. A pesar de este golpe, Socoló y Severín han logrado mantener en pie este espacio histórico con lo que queda del legado original.

Durante las festividades decembrinas, el museo recibió un gran número de visitantes, tanto nacionales como extranjeros, que se mostraron fascinados por el legado histórico del lugar. "La botica es uno de los puntos que atrae al turismo, junto con el alumbrado navideño, la calle de Las Trampas y el puente Navarro, el primero construido en Suramérica", señaló Ducuara.

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Aunque el museo no puede mantenerse abierto todos los días debido a los altos costos de operación, sigue siendo un símbolo de la riqueza cultural y patrimonial de Honda. Su conservación depende en gran medida del apoyo de los propietarios y de la comunidad, que reconoce en este espacio una ventana al pasado.

La botica de Arturo Cerón es más que un museo: es un recordatorio de una época en que la medicina era personalizada y los remedios artesanales eran parte esencial de la vida cotidiana. Para quienes visitan Honda, este lugar representa una parada obligada. El olor entre húmedo y madera, hacen del lugar un portal en el tiempo. 

 

Credito
Érika Zamora

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