Lo público es de todos: ¡dejemos de tratarlo como si no fuera de nadie!

Alba Lucía García Suárez

Querido lector quiero invitarlo a que piense en un parque de barrio, ese sitio donde los niños juegan fútbol, los abuelos caminan, los jóvenes se sientan a charlar y hasta los vendedores montan sus carritos de tinto.
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Ahora imagine que ese parque empieza a llenarse de basura, que alguien arranca las plantas o rompe los columpios, que es abandonado lentamente y se vuelve un lugar oscuro que todos evitan. En el ejemplo lo que inicialmente era un espacio para todos, termina convertido en un lugar que ya nadie quiere usar.

Así pasa con lo público en Colombia: es de todos, pero si no lo cuidamos, terminamos abandonando algo que nos pertenece a todos. Y es que en el país solemos ver lo público como algo ajeno. Decimos “eso es del Estado” o “eso es del gobierno”, como si no tuviera nada que ver con nosotros. Pero lo público somos nosotros: son las calles que recorremos todos los días, los colegios donde estudian nuestros hijos, los hospitales a los que vamos, los parques donde descansamos, e incluso las redes de alcantarillado que no vemos pero usamos. Lo público no es de un alcalde, un gobernador o un presidente. Lo público es mío, suyo, de todos.

El problema es que hemos caído en la trampa de la indiferencia. Si una calle está llena de huecos, pensamos: eso le toca al gobierno arreglarlo. Si un parque está lleno de basura, decimos: que vengan los de aseo. Si un colegio público está en mal estado, pensamos: allá que miren los del Ministerio de Educación. Pero la verdad es que cuidar lo público no es solo responsabilidad de las instituciones. También es nuestra. Si no lo cuidamos, si no lo exigimos, lo público se deteriora. Y cuando lo público se daña, nos afecta a todos.

Hagámoslo más sencillo: ¿alguna vez ha escuchado decir que “lo público es lo de nadie”? Pues esa frase nos ha hecho mucho daño porque lo público no es lo de nadie, es lo de todos, y eso significa que debemos cuidarlo como cuidamos nuestras propias cosas. No se trata solo de pagar impuestos y esperar que el gobierno haga todo. También se trata de cosas pequeñas pero poderosas: no tirar basura en las calles, respetar las señales de tránsito, cuidar los parques, apoyar a los profesores de las escuelas públicas. Todos los actos cuentan para construir región. 

Y sí, también hay que exigirle al gobierno que haga su parte, que use los recursos públicos de manera honesta y eficiente. Pero la indiferencia de nosotros como ciudadanos también le abre la puerta a la corrupción. Si no vigilamos, si no denunciamos, si no participamos, dejamos que lo público se convierta en un botín para unos pocos, en lugar de ser un patrimonio para todos.

Imagínese si cada tolimense pensara en lo público como algo propio, como algo que no solo se usa sino que se cuida. Lo público no es el problema de otro. Lo público es de todos. Así que la próxima vez que pase por ese parque del barrio, por una calle llena de basura o por un colegio en ruinas, no diga eso no es asunto mío. Diga: eso es mío, y voy a cuidarlo.

Cuando entendamos que lo público es el reflejo de lo que compartimos como sociedad, y su cuidado define la calidad de vida y las oportunidades de todos, empezaremos a avanzar como región. No olviden que con nuestros impuestos se paga el sueldo de los políticos, se financian las obras públicas, los servicios de salud, educación, y seguridad. Por eso, no solo debemos exigir transparencia y resultados en las redes, sino también involucrarme activamente para asegurar que esos recursos sean usados en beneficio de todos, y no de unos pocos. 

Alba Lucía García Suárez

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