Luego de varios aplazamientos por razones legales, que estuvieron precedidos de intensos debates de defensores y detractores, ya el próximo 15 de mayo entrará a operar el TLC con los Estados Unidos, anticipándose a los tratados que se vienen pactando con Corea y la Unión Europea y poniendo en evidencia una cruda realidad: la economía nacional -al igual que ocurre con la regional-, no está lista para asumir el comercio internacional, puesto que fue pensada con endógeno criterio y desarrollada con mezquina inversión pública, no apta para la exportación y el comercio internacional.
Bástenos ver cómo parte muy significativa del aparato industrial del país tiene una errada ubicación, si se piensa en términos de intercambio comercial con el exterior, pues está emplazada en las mediterráneas Bogotá y Medellín, bastante alejada de los puertos y con dificultad -y, por tanto, altos costos-, para llegar hasta ellos.
Igual a lo que ocurre con los productores de materias primas para la transformación industrial, respecto de aquellos centros de producción: que están situados a distancia y con toda suerte de obstáculos por superar para llegar hasta ellos, dado que están privados de vías expeditas y medios de transporte adecuados para tal fin, diseminados por todo un país, vasto y pleno de obstáculos naturales como que tiene tres cordilleras para salvar y multiplicidad de ríos para vadear.
Y el Tolima, como siempre, ausente y totalmente despistado del papel que puede cumplir dentro del nuevo panorama económico que se percibe, enclavado como se halla en el cruce de todos los caminos y que desde cuando apareció el tema ha debido prepararse, puesto que el reto hace muchos años se avizoró.
Sin que ningún “lobby” o presión política hayan hecho nuestros gobernantes y nuestra clase política en favor de la habilitación de la navegabilidad del rio Magdalena hasta Honda -como ya se hizo hasta Barrancabermeja-, a pesar de que este es el puerto natural de la industria de Bogotá sobre ese afluente, y mucho menos se ha actuado sobre la recuperación del ferrocarril que interconecte la ciudad de los puentes con el sur del país y el resto del Departamento.
Igual a lo poco que se ha hecho sobre la carretera de doble vía a Armenia, que nos enlazaría con los puertos del océano Pacífico, paralizada por un dudoso y precario concepto ecológico sobre los túneles emitido por los técnicos (?) de la Corporación Autónoma Regional del Quindío.
Apenas sí algunos inversionistas privados construyeron tímidamente unas bodegas en la zona de Buenos Aires y el Estado, a través del anterior gobierno, un tramo de vía de dos carriles entre Melgar e Ibagué y punto.
Entre tanto, nos entretenemos en foros políticos y baladíes discusiones sobre la legitimidad o ilegitimidad de una incompetente dirigencia con menguada visión de futuro, a la que al parecer poco o nada le inquieta el porvenir del Departamento y sólo le preocupa sortear el problema que el día a día le presenta, mientras el desempleo, la pobreza y el atraso crecen y se multiplican.
El Tolima como siempre ausente y totalmente despistado del papel dentro del nuevo panorama económico que se percibe, enclavado en el cruce de todos los caminos y que desde cuando apareció el tema ha debido prepararse, pues el reto hace muchos años se avizoró.
Credito
MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME
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