Una extrapolación empírica, que poco distará de lo que revele una investigación rigurosa, señala que en Ibagué habita cerca de un 30% de las personas nacidas en cada uno de los demás 46 municipios del Tolima. Esta realidad sociológica es ignorada o es irrelevante para los mandatarios o dirigentes comunes y silvestres y sólo quienes ven el orden social más allá del mero oportunismo electoral hallarán en este hecho histórico-social un tejido social enriquecedor, vibrante, dinámico e imprescindible para superar el populismo y pensar en serio el desarrollo socialmente equitativo.
Es verdad que en Ibagué cada uno de los 46 terruños municipales tolimenses tiene arraigo y vida. Ibagué es, sin duda, simbiosis de memorias históricas, identidades concretas, nostalgias y desvelos por la tierra chica y por ello quien desconozca la singularidad de la formación histórica de nuestro ecosistema difícilmente apreciará el envidiable potencial que tenemos para reconstruir a Ibagué, reconstruyendo social, cultural y económicamente la región. Craso error cometen quienes creen que sin cohesión social habrá visión de futuro y sin visión de futuro habrá cohesión social.
Debe decirse que un atisbo geopolítico enseña que en el mundo hay más de 50 países con igual o menor extensión que Ibagué y 100 países con igual o menor extensión que el Tolima, dato que hace inferir que todos tendríamos que ver al Tolima o, en su defecto a Ibagué, como un estado complejo, sistémico y articulado y, por lo mismo, deberíamos impugnar la indigna dependencia del centralismo administrativo, económico, cultural y político y, si somos coherentes, decidirnos a luchar por la autonomía del Tolima y la construcción de nuestras propias orientaciones políticas.
Conclusión de estas breves nociones de territorio y sociedad es la imperativa urgencia de que Ibagué asuma en verdad su rol de municipio capital, que su Alcalde (el próximo, el actual no da más) y su Concejo municipal convoquen a los 46 alcaldes y concejos municipales a constituir en Ibagué la colonia de cada municipio y a fundar la Casa de las Colonias Tolimenses (podría ser en el Panóptico, idea compartida con los amigos de Corcultura). También debe instituirse un Congreso Anual de Alcaldes y uno de concejos municipales, para que las 47 municipalidades continuamente creen sinergias sociales y económicas y compartan visiones, estrategias, planes y programas.
El tema es extenso, sugestivo y esperanzador, pero en este apretado texto solo puedo expresar unas sugerencias pertinentes y complementarias: Hacer la primera minga de colonias municipales para despertar el sentido de comunidad regional; rediseñar el Festival Folclórico para que este evento sea autentica expresión de la cultura regional; replantear el papel de los institutos de cultura para que reconstruyan, promuevan y defiendan los valores que nos dan identidad.
¿Soy utópico? Sí, porque veo un Panóptico (lugar ideal por su acervo histórico) donde están tallados 47 escudos y ondean 47 banderas municipales, junto a las banderas y escudos del Tolima y Colombia; veo 47 sedes pagadas por 47 municipios donde cobra vida el padrón de cada colonia; veo auditorios con agenda copada de talleres sobre temas vitales de cada municipio, presentación de audiovisuales, obras literarias, exposiciones y muestras culturales; veo que desde allí se invita a fiestas vernáculas del retorno y a convites solidarios en horas de emergencias; veo que allí se teje una nueva región.
“La Casa de las Colonias” sin duda avivaría la noción de sociedad civil y daría fin al populismo y los lugares comunes y, por ello, he de creer, quien pervive de la decadencia se “hará el loco” o descalificará y desdeñará esta idea. Pero el aluvión de ideas serias debe continuar.
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