La política internacional de Santos

El tema lo puso Lula, quien por halagar a Santos mortificó a Uribe. No debió venir a Colombia a expresar sus diferencias con el expresidente, así lo hiciera para congratularse con nuestro actual Mandatario.

Pero lo cierto es que Santos ha hecho la diferencia con su espíritu conciliador, un negociador sin inamovibles. Es hoy líder de América Latina y Lula se lo reconoció, aún a costa de la amistad con Uribe turbada por la “mutua desconfianza”. Uribe fue abanderado de la seguridad democrática, Santos tiene una lectura diferente.

 

Claro, no puede ser tan diferente que de paso a la guerrilla, pero no tan parecida como para creer que el único enemigo es la subversión. Hoy el desempleo, la inseguridad en las ciudades y la corrupción marcan el derrotero ciudadano.

 

Falta hacer lo que dijo Llula en su visita a Bogotá: primero presupuesten la nutrición infantil y a partir de allí asignen el resto de acuerdo con la importancia de los programas de Gobierno.  

 

Y Santos, además, se metió en las esferas globales con prestancia y tino. Pocos se apartan de una opinión: resultó una sorpresa en el ámbito internacional. Con una excelente Canciller, neutralizó la hostilidad de algunos vecinos: Venezuela, Ecuador, Nicaragua.

 

Valoró la importancia de Estados Unidos y apretó el paso – ya iniciado por Uribe – para negociar acuerdos comerciales en otras latitudes. Consiguió la Secretaría de Unasur para María Emma Mejía, quien ha cumplido con solvencia el encargo. Tiene las mejores relaciones con México. Logró el regreso de Honduras a la OEA. En general, no pelea con nadie, porque en la diplomacia el que pelea, pierde.

 

La diplomacia es mucho más compleja de lo que puede apreciar un común mortal. Serenidad, tolerancia, respeto, inteligencia, mente de largo plazo, sagacidad, astucia son algunas de las condiciones necesarias para desenvolverse en ese extraño mundo, y triunfar. En esas esferas la pugnacidad sólo sirve para agradar al público local, pero imposibilita cualquier encuentro de voluntades. 

 

Los actores son todos presidentes, elegidos, a veces presumidos, para quienes una supremacía personal, un reconocimiento individual de la comunidad de naciones despierta más envidia que conciencia. Destacarse en ese medio es bien difícil: hay que superar rivalidades, conciliar, maniobrar, lograr el aprecio personal, decir cosas inteligentes. 

 

Lo increíble es haber pasado de paria continental a vocero regional. Más increíble que haya gente que no entienda el positivo revolcón santista.  

 

Brevete: qué diferencia entre Juan Manuel Corzo y Simón Gaviria. De la maña a la lozanía. De las viejas costumbres políticas a la concepción moderna del Estado. De una carrera política con serios cuestionamientos a una hoja de vida limpia y fresca. Los congresistas deben saber que el país ya no perdona y se envalentona cuando los caducos artificios politiqueros pretenden volver por las hendijas.   

Credito
RICARDO EASTMAN DE LA CUESTA

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