Ruido y responsabilidad ciudadana

La contaminación acústica es una situación cotidiana a la que nos hemos habituado, pero en realidad es un problema de salud pública, debido a que la exposición a altos niveles de ruido causa disminución de la audición, estrés, pérdida del sueño, depresión y ansiedad, según el Ministerio de Salud.

Las fuentes de ruido en las grandes ciudades son numerosas: los pitos y el ruido del tráfico, las sirenas de las ambulancias, los escapes de las motos, los frenos de aire de los buses; la música estridente de los negocios, los conciertos, los altoparlantes que usan los vendedores ambulantes, el perifoneo que se hace en los barrios, las fiestas en las casas y electrodomésticos como la licuadora y la aspiradora.

En las noches los emisores de ruido son los establecimientos de diversión como gastrobares, discotecas y tabernas, muchos de ellos localizados en zonas residenciales; las chivas rumberas y los carros con equipos de sonido, cuyos dueños que se estacionan en la vía pública para consumir alcohol y hacer fiestas al aire libre.

La Alcaldía de Ibagué ha comenzado a llevar a cabo operativos para controlar el ruido, de manera que han sido visitados negocios nocturnos, talleres y la carrera Tercera para llamar la atención y sancionar a vendedores ambulantes y comercios formales que ponen sus equipos de sonido a todo volumen, perifonean y gritan todo el día.

El ruido no es un problema menor. Afecta la salud de las personas, interfiere con su tranquilidad, perturba el descanso y ocasiona problemas de convivencia. En el Congreso de la República avanza una ley “antirruido”, en la que se endurecen las sanciones a los que contaminan, se definen claramente las competencias de las autoridades al respecto y se obliga a la Nación a crear una política contra el ruido.

Si bien es cierto que las normas son importantes, también lo es que en Colombia hay poco apego por cumplirlas. Como en la mayoría de los aspectos que tienen que ver con la convivencia ciudadana y el acatamiento de las normas sociales, la educación es los más importante, de modo que cada persona ha de ser consciente de que el ruido que ocasiona perjudica a los demás y está en la obligación de tomar medidas para eliminarlo o reducirlo.

Las autoridades están para ejercer control, pero si cada ibaguereño no adquiere un compromiso como integrante de la sociedad, la convivencia será cada vez más insoportable por estas circunstancias.


 

EL NUEVO DÍA

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