La semana pasada, el columnista del diario El Tiempo y exrector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman, llamó la atención sobre una alerta de la Procuraduría General de la Nación, que pasó desapercibida en muchos medios de comunicación y entre los ciudadanos, y que se refiere a la nula ejecución de cerca de tres billones de pesos de regalías, destinados para proyectos de Ciencia, Tecnología e Innovación, CTeI.
Desde la Procuraduría delegada para el Seguimiento a Regalías, se envió una circular a los ministerios de Ciencia, Tecnología e Innovación, Ambiente y Desarrollo Sostenible, Agricultura, TIC, y a la Secretaría Técnica del OCAD CTeI, en la que se advierte que existen 10 convocatorias abiertas con recursos del Sistema General de Regalías para el bienio 2023-2024 que no han sido aprobadas y cuya vigencia expira en dos meses.
Esta lentitud, previene la Procuraduría, ocasionaría sobrecostos, pues se estima que el inicio de la ejecución de los proyectos se toma seis meses luego de su aprobación, y “variables como la obsolescencia de tecnologías, el costo de los materiales y el número de beneficiarios habrán cambiado”, así como las condiciones y requerimientos de los proyectos. Una de las causas del retraso es que se hicieron cinco modificatorias al Plan Original de convocatorias.
Las convocatorias están diseñadas para beneficiar a todas las regiones. Esta irrigación de recursos impactaría positivamente en las universidades, los centros de investigación, el sector productivo y las comunidades.
Pero el problema no se refiere solamente a las regalías para la ciencia; también el Gobierno Nacional ha recortado el presupuesto del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación, y este es uno de los ministerios con más baja ejecución presupuestal.
Impulsar el avance de la CTeI es una necesidad en Colombia para alcanzar el desarrollo tecnológico y científico, y lograr que este llegue a las comunidades para su beneficio y progreso. De lo contrario, nuestra nación seguirá rezagada, no solamente en materia de tecnología, sino también en hallar soluciones para las necesidades más apremiantes de las poblaciones más atrasadas.
Es urgente que desde las regiones se reclame también mayor eficiencia, transparencia y agilidad en los procesos de asignación de las convocatorias.
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