Urge mayor responsabilidad de los conductores

La imprudencia al volante sigue siendo una de las mayores causas de accidentes de tránsito con resultados fatales en Ibagué.

El pasado domingo un conductor, al parecer en estado de alicoramiento, atropelló a un trabajador de Interaseo y le quitó la vida. Y, el pasado miércoles, una subintendente de la Policía que iba en su moto murió arrollada por un vehículo; en este segundo caso, las circunstancias no son muy claras. Lo cierto es que estos dos graves hechos no se pueden atribuir al azar o a la mala suerte, sino a fallas humanas; es decir, son tragedias que se pudieron evitar. 

Los accidentes de tránsito, en especial en los que hay involucradas motos, son el pan de cada día en Ibagué. De acuerdo con el reporte de las autoridades locales, solo en el pasado fin de semana se registraron 12 choques en el que resultaron 16 personas lesionadas y una falleció (el trabajador de Interaseo).

Lo más inquietante es que las multas por conducir en estado de embriaguez son bastante onerosas, pero esto no ha servido para disuadir a los irresponsables: cada fin de semana se llevan a cabo operativos y cada vez es mayor el número de ebrios que conducen.

Otro factor que incide en el incremento de accidentes es la gran cantidad de motociclistas que manejan en forma imprudente. En Ibagué circulan más de 120.000 motos, que representan más del 50% del parque automotor. Este vehículo versátil, cómodo y económico se convirtió en un asunto complicado en las grandes ciudades. En realidad, las motocicletas no son el problema. Son los conductores que se niegan a acatar las normas y recorren las calles sin Dios ni ley. Transitan en contravía, se suben a los andenes, se pasan los semáforos en rojo, hacen giros y cruces prohibidos y, lo más grave, van con exceso de velocidad. No tienen respeto por su vida y mucho menos por la de los demás. El caos que se apoderó de las vías es, además, el causante de múltiples altercados entre conductores que, en muchas ocasiones, terminan en agresiones físicas.

Las continuas campañas educativas parece que no cumplen el objetivo de concientizar a los conductores, lo mismo que los operativos de tránsito y las multas. La Alcaldía habrá de desplegar acciones más contundentes para meter en cintura a los conductores, antes de que la guerra en las calles sea incontrolable.

El Nuevo Día

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