La Organización Panamericana de la Salud (sí, no se extrañen, esa organización existe), acaba de afirmar que Cuba podría convertirse en el primer país latinoamericano en producir su propia vacuna. Ya la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi) había dicho que «el país está un paso más cerca de producir la primera vacuna de América Latina contra el virus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19».
Tuvo el alcalde de San Sebastián de Mariquita, Juan Carlos Castaño, la feliz y pertinente idea de convocar un conversatorio liderado por el poeta y escritor William Ospina. El propósito, darle una primera pincelada a una agenda cultural regional. El encuentro se llevó a cabo el miércoles pasado en la casa de la fundación Segunda Expedición Botánica – Funbotánica, y contó con la participación de varios alcaldes y delegados de municipios del norte del Tolima.
Las elecciones presidenciales en Ecuador serán un nuevo ‘test de estrés’ político, para utilizar la expresión puesta en boga durante la aguda crisis financiera de 2008 por el equipo de Barack Obama. Pero en esta oportunidad no se trata de examinar la solidez del sistema financiero, sino la del modelo económico político que ha regido durante los últimos años.
En 1860 Tomas Cipriano de Mosquera se rebeló contra el gobierno de la Confederación Granadina presidido por Mariano Ospina Rodríguez. Habían sido contrincantes en las elecciones presidenciales, junto al ilustre mariquiteño Manuel Murillo Toro. (Aún el Tolima no existía y la villa de Chaparral pertenecía a Mariquita). Las élites de ésta, y las de la provincia de Neiva reclamaban autonomía territorial, y deciden apoyar a Mosquera, que les retribuye separándolas de Cundinamarca y creando el ‘Estado del Tolima’, el 12 de abril de 1861. La primera capital del estado fue la villa de Purificación, Neiva sirvió de sede a la Asamblea Constituyente. Ibagué, Guamo, Natagaima y Neiva, también fueron capitales del estado, que existió como soberano hasta 1886, cuando Núñez instauró el centralismo, creó los departamentos y la capitanía volvió a Ibagué. Durante los 25 años de existencia federal el Tolima se convirtió en una de las regiones más importantes. Antioquia y Tolima movían la política. Fabio Lozano Torrijos, citado por Rafael Rocha Gutiérrez, en su libro ‘La verdadera y falsa democracia’, decía que del Tolima “… desbordaban de su seno las grandes inteligencias, los grandes caracteres y, sobre todo, los grandes luchadores de la libertad”.
Esta semana seguí con deleite la investidura de Joe Biden y Kamala Harris. Puse total atención a sus maravillosas reseñas biográficas, vi la llegada triunfal al capitolio de los Bush, los Clinton y los Obama; y de los magistrados de la Corte Suprema y del vicepresidente Pence, para revalidar una elección que el payaso fascista y misógino de Donald Trump tachó de fraudulenta. Disfruté el himno entonado por Lady Gaga y la intervención de Jennifer López. No pensaba que la elección y posesión de un presidente de los EE UU pudiera despertar en mí tanto interés y vastísima alegría. Pero los tiempos cambian y uno cambia con el tiempo.
Tengo un amigo que el año pasado se montó en la idea de que lo más conveniente para el país y para la región, hablando del Tolima, sería que los jóvenes asumieran el mando. “Los jóvenes, su vitalidad y carácter guerrero, hacen que Colombia tenga un gran futuro”, declaró en una entrevista. En privado fue más cáustico: “Nosotros, me dijo, ya no pudimos. Hay que darle paso a la juventud. Solo servimos para hablar cháchara”. Respetuoso como soy de las opiniones ajenas, me limité a decirle que ni la juventud era una virtud, ni la vejez un defecto.
Los acontecimientos del 6 de enero en Washington, el asalto al Capitolio más exactamente, no habría podido imaginarlos ni el más fantasioso de los libretistas de Hollywood. El presidente en ejercicio del país más poderoso de la tierra, que suele dar lecciones de democracia, incita a sus vándalos para asaltar el Congreso de la República y tratar de impedir que se confirme la elección del nuevo presidente.
La historia que voy a contarles es absolutamente cierta y tuvo lugar en el centro del país, en San Sebastián de Mariquita, no en lo que podría llamarse la Colombia profunda, circunstancia que la hace más increíble y patética. Solo cambiaré el nombre de la protagonista. Se trata de María Ramírez, una joven de treinta y dos años, la mujer de un trabajador de salario mínimo. Tiene diez semanas de embarazo, y aunque ya es madre de un joven de diecisiete años es como si fuera la primera vez. Volver a quedar embarazada después de tantos años y en plena pandemia le ha sumado estrés a las náuseas y vómitos.
El 2020 será un año imposible de olvidar. Nadie que hoy tenga uso de razón lo olvidará, pues de una u otra manera se vio afectado por la pandemia, muchas cosas cambiaron y muy difícilmente volverán a ser como eran, aunque algunas personas, eruditas por cierto, sostengan que nada va a cambiar y que el Covid-19 será apenas un paréntesis. No lo creo. Presiento que nos estamos adentrando en la ‘era de las pandemias’, y nuestra forma de vida se alterará para siempre.
En el siglo XV los otomanos tenían cercada a Constantinopla. Mientras tanto, sus habitantes, y particularmente sus líderes, discutían asuntos ‘trascendentales’ como cuál era el sexo de los ángeles. Ese episodio histórico que dio origen a la expresión, “discusión bizantina”, para significar con ello la inutilidad de un debate, ha venido a mi mente por estos días, al escuchar a muchos políticos, politólogos y periodistas hablar del ‘centro’, y hacer de esto la médula del debate político.