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El desarrollo del Tolima no depende de la voluntad nacional. Reconstruir el tejido social a partir del reencuentro de los tolimenses. Fraguar nuestra identidad política para poder alcanzar la cohesión social regional y el peso político nacional.
Antes de concluir y por ser básico para deducir responsabilidades en las tareas del cambio, digo que mí sustentable, demostrable e irrefutable certeza señala que, tal como apreciamos hoy la lógica dominante en la política tolimense, por lo menos en los próximos cuatro años nada trascendente o novedoso ocurrirá en lo social, territorial y económico, pues en el Tolima no hay fuerzas de cambio basadas en el liderazgo colectivo, orgánico y demócrata y guiadas por una lógica política transformadora; así entonces solo esperemos retóricas y procederes mediocres y nocivos que se hicieron costumbre.
Como dijera en la primera página, me niego a tutelar, por omisión o silencio, esa arcaica miopía que, por ser incapaz de ver las profundas causas del atraso, solo promete paños de agua tibia para sus efectos y por tanto desempleo, corrupción, hambre, deterioro ambiental y estructural, incivilidad, inseguridad, perdida de recursos naturales y más endemias, crecerán y seguirán siendo la impronta tolimense.
Me anticipo al adjetivo de pesimista o apocalíptico por no usar un lenguaje cortesano y por tanto cómplice de cuanto sucede, citando de Carlo Cattaneo una tajante frase: “los pueblos que se hacen débiles en su pensamiento se hacen débiles en sus obras”; este axioma induce la primera conclusión así planteada: si ansiamos el progreso regional tenemos que restaurar el sentido histórico y el acervo moral para lograr cohesión social e infundir nuevas nociones de sociedad, territorio, economía y política para que surja la visión de futuro cimentada en un progresismo incluyente (regionalista). Inadmisible es que, sabiendo que el anacronismo entumece, muchos se presten para entronizar “lideratos que nos llevan al matadero”.
Desilusiono a quien espere finalice sugiriendo elegir un redentor, pues así falsearía la noción del liderazgo colectivo. Como los fundamentos están dados, la segunda conclusión propone un gran acuerdo estructurado en ideas y tareas para redimir al Tolima y signado por actores culturales, universidades, gremios, prensa, organizaciones sociales y otras fuerzas vivas del Tolima, acuerdo que en varias sesiones diseñaría un equipo interdisciplinario. Si ello se cree complejo o imposible, también es opción el dejémoslo así y que la decadencia se perpetúe.
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