La competitividad del Tolima necesita fortalecer el sector rural

Luis Armando Castilla

Una de las discusiones sobre desarrollo territorial más importante se trata sobre la competitividad, entendida como la capacidad de crear estrategias que permitan mantener de manera sostenida una participación en algún mercado o mecanismo de asignación de recursos.
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Para lo anterior se requiere contar con características estructurales que le permita a cada ente territorial ejecutar proyectos productivos y mejorar las condiciones de vida de su población. Algunos factores relevantes para el análisis de este tema son la gestión pública eficiente, una infraestructura suficiente, estado de la calidad de la educación para el trabajo, nivel de adopción masiva de tecnología y estado de una relación de beneficio mutuo con el medio ambiente, entre otros factores relacionados. 

En el Tolima, a pesar de la ubicación estratégica y del desarrollo vial que conecta los principales cascos urbanos municipales con los grandes conglomerados del país, algunos hitos históricos han afectado el nivel de competitividad regional. Uno de ellos, quizá el más importante, es la perdida de Armero en 1985, ciudad clave para la industria y la economía departamental al desarrollar procesos de transformación. Además de ello, otros factores como la migración de mano de obra calificada para otras ciudades, así como la provisión de servicios públicos domiciliarios y el desarrollo de infraestructura productiva, han marcado el destino del departamento mermando su potencial. 

De acuerdo con el Índice Nacional de Competitividad, para el año 2024 el Tolima ocupa el puesto 12 entre los 33 entes territoriales analizados. Si bien el departamento se sitúa por encima de otros que hacen parte de la región central, como Meta y Huila, también demuestra un atraso en términos de competitividad con departamentos cercanos como Cundinamarca, Boyacá y Quindío. Al analizar en detalle, de acuerdo con el Informe Nacional de Competitividad 2023 – 2024, los sectores de infraestructura, sostenibilidad ambiental y entorno para los negocios han presentado resultados negativos en contraste con departamentos cercanos, siendo más críticos en el sector rural. 

Sobre este tema, hay situaciones del sector agrícola y rural que impiden una mayor competitividad. La gestión de los activos naturales en el departamento se ubica en el puesto 18, seis puestos detrás del promedio general. Lo anterior tiene que ver con la protección del suelo y los recursos hídricos, tema en que los profesionales del sector agropecuario son vitales para garantizar un uso sostenible de los servicios ecosistémicos de aprovisionamiento, a la par que aporta a la seguridad alimentaria y a la economía regional. Es importante precisar que, si bien hay productores con altos niveles de sostenibilidad y productividad agrícola, no existe una simetría en el departamento producto de la falta de asistencia técnica rural pública. Paralelo a este tema, se encuentra el tamaño del mercado externo, en el cual el Tolima tiene un mal desempeño alcanzando el lugar 24 dentro de 33. Esto se explica básicamente por las dificultades que tiene el departamento para exportar, incluso teniendo productos agrícolas y algunos derivados con gran potencial, como el café y la caña panelera. 

Sobre otros temas relacionados, la infraestructura de servicios es otro tema crucial, ya que el Tolima se encuentra en el puesto 20 de 33, siendo la ruralidad la población con mayor rezago. Especialmente en la gestión hídrica y energética hay que tener una ruta clara, ya que la cobertura es ineficiente. Sin estos elementos el departamento tendrá mayores dificultades para atraer inversión externa, especialmente para la producción agropecuaria, la cual tiene un impacto directo en el tamaño del mercado interno y en la especialización empresarial propia de los servicios que necesita cada cadena de producción, como agroinsumos, tecnología y servicios rurales no agrícolas, por ejemplo, oferta gastronómica, hospedaje rural, transporte, turismo, entre otros relacionados.

A pesar de este panorama, no todo es malo.  El departamento ha mejorado indicadores en los últimos años, cosa que prueba que en términos de competitividad el escenario futuro puede ser mejor. Para ello, desde el sector público se deben tratar varios temas. En primer lugar, el aumento de la inversión en investigación, siguiendo el ejemplo de algunos gremios de la producción como el café o el arroz, los cuales han apostado a centros de investigación robustos en la región. Otro aspecto fundamental es la adopción de tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC). La masificación del internet en zonas rurales servirá de punto de partida para la implementación de tecnologías agrícolas más precisa, lo cual servirá para la gestión eficiente de los activos naturales.  Además de ello, la sofisticación y especialización deben ser pilares para los planes de desarrollo, buscando ampliar los mercados externos a partir de las fortalezas locales. 

Finalmente, la competitividad se trata de sacarle el mayor provecho a los atributos territoriales de tipo geográfico, físico, biológico y cultural de cada departamento. En el caso del Tolima, tenemos una economía con un fuerte componente agrícola, el cual requiere esfuerzos para sacar adelante entre todos. Dentro de ello, los productores y profesionales del sector estamos comprometidos con lograr un desarrollo rural y agropecuario idóneo, buscando aportar a la competitividad territorial por medio del suministro eficiente de alimentos.

Luis Armando Castilla

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