Si usted viaja a Europa, encontrará en todos los países desde una vocación acendrada por mostrar lo que han sido y lo que son, hasta encontrar vías de acceso casi perfectas.
El plagio siempre ha sido censurable, sobre todo porque lesiona la creación del imitado y llena de desconfianza el trabajo del plagiario. El plagio literario siempre ha sido duramente castigado porque es el robo de la creación de un autor.
La obra de Luis Caballero tiene de sorprendente haberse adelantado al destape sexual casi total que se da en el siglo XXI. Me refiero a la actitud asumida por el artista, casi desde los inicios de su trabajo artístico, de desnudar su vocación más íntima a través de su obra.
Menuda polémica la que se generó con la publicación del último número de la revista Arcadia, que trae en la portada una fotografía de una de las obras de la artista francesa Orlan, seudónimo de Mireille Suzanne Francette Porte.
La historia que se olvida trae como consecuencia la repetición inútil y muchas veces catastrófica de fórmulas que no logran soluciones y nunca llegan a la verdad.
Afortunado he sido los últimos meses por la cosecha de libros recibidos. ¿Alcanzaré a leerlos todos? Cada año me quedan en el tintero algunos títulos que, sumados unos a otros, ya son media biblioteca que no he leído aún y me hacen creer que la vida ya no me alcanzará para llegar al final con todas esas páginas gozadas.
Es bueno que los escritores de ficción no sólo escriban novelas, cuentos, poemas sino que también ensayen a desmenuzar el mundo en el que les ha tocado vivir.
La Universidad del Tolima entregó en la FILBO (Feria Internacional del Libro de Bogotá) en su reciente versión, una colección de títulos que enriquecen el panorama bibliográfico no sólo de la región sino del país.
Hace cuarenta y siete años un jovencito de veintisiete años se alzó con el Primer Premio de Pintura del XVII Salón Nacional de Artistas de 1965, con una obra que él tituló “La horrible mujer castigadora”.